Blogia
lasnochesdeMcNulty

Crónicas blancas

Real Madrid - Getafe. 4-2 (Santiago Bernabéu, 10 de septiembre)

Extraño partido que no deja buenas sensaciones al Madrid. Empezó muy enchufado, espoleado por el tropiezo del Barça en Anoeta. En los primeros diez minutos dispuso de cuatro ocasiones, alguna bastante clara como un extraordinario remate de Cristiano Ronaldo con la cabeza. Poco después marcó Benzema en una preciosa jugada iniciada en el centro del campo por Özil, que abrió hacia el costado izquierdo de Marcelo, el cual introdujo el balón con peligro en el área, lo recogió de nuevo Özil para convertir el balón en una bomba asisitiendo a Benzema, que no tuvo más que detonarla con la puntería y potencia justas.

Continuó presionando arriba al Getafe y goteando ocasiones. Una de ellas muy clara de Coentrao en otra muestra de la exquisitez del turco-alemán filtrando balones venenosos a sus compañeros. 

A la media hora el equipo blanco pareció tomarse un respiro, que aprovechó el Getafe para inquietar al Madrid por su lado derecho: un disparo lejano bien atajado por Casillas y un centro con rebote que casi acaba dentro de la portería madridista. En seguida llegaría el gol del empate, obra de Miku, que tras un rebote en Pepe y gracias a la posición retrasada de Coentrao, ajustó al palo de Casillas con precisión.

Se llegó al descanso con la sensación de que el Getafe había empatado por la relajación del equipo local, pero que el Madrid merecía irse a la caseta con ventaja en el marcador.

La segunda mitad empezó con el Getafe creyendo en sus posibilidades contra todo pronóstico. El Madrid jugó partido y, en algunos minutos, a merced del rival. Aún así dispuso de una doble ocasión clarísima para adelantarse: una espectacular chilena de Cristiano Ronaldo que golpeó el palo y el posterior remate a placer de Coentrao que incomprensiblemente envió fuera. Lo que el nuevo fichaje portugués echó fuera, lo metió dentro el árbitro Clos Gómez señalando una falta fuera del área como penalti. El delantero luso agradeció el regalo acudiendo a su cita con el gol. A los pocos minutos Cristiano Ronaldo metió un pase perfecto a Benzema en un fulgurante contragolpe que el francés no tuvo más que empujar tras la salida mal medida del portero Moià. 

Cuando parecía que todo estaba controlado de nuevo, Miku acortó distancias con frialdad, constatando que en la segunda mitad el Madrid había perdido el control del partido. Fue algo sorprendente o, quizás, no tanto. Xabi Alonso apenas participaba en el juego. Su compañero en el centro, Coentrao, no cohesiona al equipo. Aunque es voluntarioso, ayuda en el corte y llega al área rival, con muy poco acierto, no obstante, no mezcla bien con Xabi o ésa no es su posición. Tiene recorrido y dinamismo, pero en la posición de medio centro no ayuda a equilibrar al equipo. Recuerda al bullicioso Marcelo, que revoluciona los partidos pero, a veces, al precio de romper el orden táctico de su equipo. 

Casi al final, Higuaín marcó su gol demostrando el delantero que lleva dentro: pase al hueco, pugna con el defensa rival, cuerpo protegiendo el cuero, quiebro para buscar una buena posición de disparo y remate engañando al portero. Gol y tranquilidad para los últimos minutos.

Aunque el resultado es bueno, todavía mejor teniendo en cuenta el empate del Barcelona, el juego en la segunda parte no fue bueno. Además, el Madrid ofreció cierta sensación de vulnerabilidad que parecía olvidada. Sin embargo, volvió a disfrutar de un montón de ocasiones de gol. Aún jugando mal, crean peligro con asiduidad. Buena señal, al menos se puede acudir a la pegada arriba cuando el juego no aparece. 

Dos jornadas disputadas y dos puntos por encima del archirrival. Buen comienzo.

Zaragoza - Real Madrid. 0-6 (La Romareda, 28 de agosto)

Monólogo, aluvión, exhibición...y otros muchos elogios superlativos se llevará el Madrid tras su incontestable victoria ante el Zaragoza. Una paliza así debiera ser un caramelo para el cronista madridista. Sin embargo, pasada la euforia de los noventa minutos, resulta poco apasionante escribir sobre el partido: es demasiado sencillo y autocomplaciente.

Así pues, intentaré desviar un poco el foco y situarlo en aspectos menos evidentes. Lo que está claro es que el Madrid actuó con una determinación evidente desde el minuto uno hasta el noventa. No decayó su intensidad ni su voracidad. Con esta actitud y con este tipo de rivales será imposible que pierda puntos, ni siquiera jugando como visitante. 

La importancia de Xabi Alonso y Özil sigue siendo crucial en el buen juego del equipo blanco. Si están enchufados, las luces del juego combinativo se encienden y alumbran espacios por doquier que sus compañeros aprovechan encantados. 

El equipo que salió de inicio únicamente presentó como novedad con respecto al año pasado la presencia de Coentrao en el mediocentro, posición en la que fracasó estrepitosamente. Mourinho insiste en alabar sus condiciones como comodín; no obstante, centrado se diluye, no mezcla con Xabi y parece perdido. Sólo cuando cae a banda, la izquierda, su aportación es considerable. Por ahora está lejos de justificar su elevado precio de compra.

La eficacia ante puerta no fue el punto fuerte del Madrid esta noche. Dispuso de cerca de veinte ocasiones claras de gol, únicamente materializó seis. Ya adoleció de pegada ante el Barcelona en la Supercopa. Esperemos que corrijan la puntería. Cristiano abusa demasiado del disparo desde cualquier posición, pero claro, quién le dice algo después de un hat-trick. Benzema está mucho más participativo y su influencia en el juego de ataque es fundamental, pero sigue sin ser un killer. Higuaín, aunque con pocos minutos, parece un pelín fuera de forma. Al igual que Di María, bastante desafortunado durante todo el partido.

Los goles fueron de todos los colores: contraataques (el primero de la noche), aperturas en banda con centro medido y remate a placer (los dos últimos de Ronaldo) o de gran disparo (los anotados por Marcelo y Kaká), o tras un rechace después de una larga jugada en el área rival (disparo de Xabi Alonso desde fuera del área).

En definitiva, una versión muy parecida a la del año pasado, pero mejorada. Deja muy buenas sensaciones y un saco de goles. Ahora parón por las dichosas selecciones y vuelta al tajo esperemos que más calmados. Esperemos que estas dos semanas sirvan para serenar los ánimos definitivamente tras la tormenta de la Supercopa y, poco a poco, recuperar a los lesionados (qué ganas de ver al inédito Sahin en juego) y progresar futbolísticamente, porque el Barça parece igualmente fuerte.

PD ventajista; El ManU machaca al Arsenal 8 a 2. La mayor paliza del equipo londinense en su historia. Otra humillación más para el sobrevalodarísimo Arsene Wenger, el mayor bluff de los banquillos europeos de los últimos años. Me alegro inmensamente. Es un soberbio engreído con demasiada buena fama. Siento escalofríos al pensar que Florentino lo quería para el banquillo del Real Madrid.

Messi - Real Madrid. 3-2 (Camp Nou, 17 de agosto)

Fue Messi el que noqueó al Madrid, como en el partido de ida. Una lástima, porque el Madrid mereció más en ambos partidos, pero la figura estelar del argentino emergió sobre el excelente planteamiento de los blancos. Autor de tres goles y asistente de los otros dos de su equipo, esta Súpercopa es de Messi. Viéndolo jugar e imponerse partido tras partido en su club, sorprende aún más su currículo de fracasos en la selección. Pero esto es harina de otro costal. En la Súpercopa fue el mejor con varios cuerpos de ventaja sobre el resto, como en la anterior temporada.

El partido empezó como el del domingo pasado, con el Madrid presionando muy arriba, disfrutando de su primera ocasión clara de gol a los treinta segundos con un fuerte disparo de Cristiano Ronaldo, que despejó Valdés, el otro héroe azulgrana del torneo. El Barça no conseguía zafarse de la presión rival y perdía balones en zonas peligrosas. Únicamente la maestría de Messi rompió la asfixiante presión con un pase al hueco que Iniesta aprovechó con su clase y elegancia habituales.

Otra vez el Madrid se veía obligado a remar contracorriente. Como Sísifo, sus esfuerzos eran echados por tierra una y otra vez casi en la cumbre por Messi, que con una de sus genialidades destrozaba el buen trabajo de los madridistas. El gran mérito del Madrid fue no descomponerse y volver a subir a la ladera de la montaña con orden, presión y ambición. Empató Cristiano Ronaldo al poco tiempo en una segunda jugada de un córner mal defendido por el Barça, como casi todos. 

No obstante, el Barcelona entró al trapo y dispuso de buenas ocasiones de Pedro y Messi, que supieron aprovechar los espacios dejados a la espalda de la defensa merengue. El Madrid respondió con un misil del delantero portugués que a duras penas despejaron entre Valdés y el larguero y un remate ajustado de Özil desviado por la manopla del entonado portero culé. Fue una primera parte excelente de ambos equipos: vigorosa, con ocasiones, disputada y limpia. El epílogo fue otra genialidad de Messi que adelantó a su equipo en un barullo en el área que definió con sutileza y clase, para desesperación de Casillas. 

La segunda parte perteneció absolutamente al Madrid, que desactivó el juego de toque del Barça por completo. Más allá del resultado, el Madrid puede sentirse muy satisfecho, ya que desarboló al Barcelona durante gran parte de la eliminatoria y, en líneas generales, fue superior a su rival. Sólo Messi malogró los enormes méritos contraídos por el equipo blanco en este Súpercopa. No hubo noticias del famoso tiqui taca en este doble enfrentamiento.

Tras alguna que otra ocasión, llegó el gol de Benzema en otro córner, también en segunda jugada y tras varios rechaces. Parecía que el partido estaba abocado a la prórroga, por el resultado y por justicia, pero apareció de nuevo Messi para llevarse todos los focos y culminar una jugada iniciada al borde del área por él y culminada con una volea espectacular. 

El partido estaba prácticamente finiquitado. Sin embargo, nos aguardaba lo peor: la expulsión de Marcelo por un entradón sin sentido a Cesc y el posterior tumulto entre los jugadores de ambos equipos, que Mourinho aprovechó para agredir de forma barriobajera al segundo entrenador del Barça.

Lo de Marcelo es reprochable: su última acción y una coz anterior a Messi. También Pepe se empleó con excesiva dureza en alguna acción. No obstante, todo ello habría quedado como un pequeño lunar. Incluso la tangana posterior se habría olvidado, ya que ni unos ni otros estuvieron a la altura. Pero la actitud de Mourinho durante el barullo final y, sobre todo, en la rueda de prensa hará que adquiera una dimensión mayor que eclipse el extraordinario partido jugado. Se equivoca gravemente el entrenador portugués haciéndose el sueco sobre los pecados propios y menospreciando a Tito Vilanova. Lo único que conseguirá es empequeñecer los dos partidazos que jugó su equipo - reconocido por el propio Guardiola - y engrandecer su imagen y, por consiguiente, la de su club de equipo macarra.

Desgraciadamente, ahora el Madrid será sometido a un juicio sumarísimo en el que se criticará por igual a justos y pecadores, orillando el hecho de haber conseguido dominar al todopoderoso Barça durante muchas fases de este y el anterior encuentro. Es lo que ofrece Mourinho: en lo deportivo, un fútbol extraordinario; en lo extradeportivo, macarrismo barato. 

Por cierto, gracias a Dios ha vuelto el fútbol. Estos tres meses han sido una travesía del desierto trufada de partidos de pretemporada de pandereta y de una Copa América de un nivel paupérrimo. El Madrid y el Barça han vuelto ¡y cómo han vuelto! Dispuestos a dominar el fútbol europeo esta temporada. ¡Por fin! Y qué inoportuna la huelga de marras. Con esta erección y sin primera jornada de Liga. 

Real Madrid - Almería. 8-1 (Santiago Bernabéu, 21 de mayo)

Epílogo perfecto a la temporada: goleada en casa, superada la barrera de los 100 goles en Liga, 40 tantos (41 según Marca) anotados por Cristiano Ronaldo, hat trick de Adebayor, cariñoso homenaje a Dudek y gol del debutante Joselu. Inmejorable modo de echar el cierre a una buena temporada.

El partido empezó con el gol de Cristiano Ronaldo que le daba el ansiado récord en solitario, lo que parecía tranquilizar a todos. Como el partido transcurría sin presión, hubo más ocasiones, aunque el ritmo no era desaforado como en recientes choques. A la media hora Özil se inventó un precioso y preciso pase a pie cambiado a Adebayor, que le dejó solo delante de Esteban, al que batió con solvencia. Poco después acortó distancias el Almería. El amistoso oficial continuó hasta el descanso sin más sobresaltos.

Nada más reanudarse el encuentro se comprobó que Mourinho había exigido a sus jugadores lograr la astronómica cifra de cien goles en Liga. Y a ello se pusieron todos con entusiasmo. En apenas cinco minutos Benzema y Adebayor habían logrado dos tantos más tras algunos rechaces dentro del área. Ya sólo quedaban dos goles.

El quinto fue una obra de arte, el contraataque perfecto: Sergio Ramos recupera el balón en la línea de fondo de su área; hace un quiebro sobre el delantero y lanza un pase medido hacia Cristiano Ronaldo, que prolonga de tacón hacia Adebayor; el cual se gira inmediatamente y asiste al hueco al portugués, lanzado como una centella; Ronaldo asiste al primer toque a Benzema, que también de primeras y rompiendo por el centro remata por debajo de las piernas del portero. Un gol excepcional, sublime, probablemente el más bello de la temporada. 

El sexto, el que hacía el número 100, lo consiguió el delantero togolés rematando un balón mal despejado en un córner. La hazaña se había conseguido. Sin los premios gordos - Liga y Champions - el Madrid ha ido al menos a por otros títulos simbólicos mucho menores, pero que dejan un buen sabor de boca y la sensación de que la temporada que viene podemos esperar grandes cosas. Por cierto, Adebayor quiso despedirse de la temporada reivindicándose. No creo que sirva de mucho. En todo caso, si finalmente se queda será porque el primer plato (Kun u otra estrella de relumbrón) no se ha conseguido fichar. 

La voracidad de Cristiano Ronaldo logró el séptimo de la noche con un disparo marca de la casa: potente, seco y ajustado al palo. El último lo imaginó la coronilla del fenomenal Özil, lo dibujó el sorprendentemente generoso hoy Pichichi y lo culminó el recién salido Joselu, que jamás olvidará esta noche.

Lo dicho: una tormenta perfecta en la que absolutamente todo lo soñado se hizo realidad. Un buen presagio y una muestra del buen fútbol que ha practicado el Madrid a lo largo de esta temporada, a pesar de las justificadas criticas en determinados encuentros. 

Y ahora el silencio durante tres largos meses...

Real Madrid - Getafe. 4-0 (Santiago Bernabéu, 10 de mayo)

Plácida y chispeante victoria del Madrid, que sirve para retrasar un día el alirón del Barça y para engordar las tremendas estadísticas de Cristiano Ronaldo.

Fue un entrenamiento de principio a fin. El Getafe no ofreció la más mínima resistencia. Apenas un par de remates de Colunga en la primera mitad. Los blancos se dedicaron a gustarse y a trufar de lujos y arabescos todas sus jugadas. Hicieron del juego algo divertido y barroco: túneles, pases al primer toque, rabonas, taconazos...Acciones impensables en un partido oficial.

El gran beneficiado del partido fue el delantero portugués al que sus compañeros buscaron sin cesar para ayudarle a conseguir el pichichi y la bota de oro. El primer gol llegó después de un cambio a banda de Xabi Alonso hacia Özil, que con el exterior de su delicado pie izquierdo puso en la cabeza el balón a Ronaldo. Después del descanso, los mismos actores: gentileza del alemán y remate a placer del portugués. El tercero fue obra del recién salido Benzema, que aprovechando un pase en ruptura de Xabi Alonso se coló entre la defensa azulona y con un control y un remate sutiles se apuntó a la fiesta. El último llegó gracias a un riguroso penalti, que marcó con clase y tranquilidad CR7.

El Madrid ha acabado la temporada pletórico físicamente. Es una verdadera lástima que tuviera tanto miedo al Barça en su eliminatoria de Champions, porque de haberle enfrentado cara a cara a lo mejor hubiese tenido muchas más posibilidades de las que todos creíamos antes de la semifinal. 

Quedan dos partidos para cerrar la temporada, que únicamente servirán para comprobar si Cristiano Ronaldo supera el record de Zarra y Hugo Sánchez. Tal y como se está mostrando y el apoyo que le brindan sus compañeros parece perfectamente factible. 

Barcelona - Real Madrid. 1-1 (Camp Nou, 3 de mayo)

El Madrid lavó su cara y el Barça pasó a la final. ¿Todos contentos? ¡En absoluto! El Madrid perdió la eliminatoria sobrevalorando el potencial de su rival en el partido de ida con ese miedoso e indigno planteamiento defensivo. En la vuelta fue demasiado tarde. Además, el árbitro dio su empujoncito anulando un gol legal a Higuaín con 0 a 0. Una pena porque hubiese estado bien comprobar cómo reaccionaba el Barça siendo exigido, situación en la que no ha estado en ninguno de los 180 minutos. El Madrid se creyó, especialmente su entrenador, que el Barça era mucho más equipo del que es actualmente, lastrado por las lesiones y su corta plantilla.

El Madrid presentó a un equipo adelantado, presionando bastante arriba. Amagando, pero sin dar. El Barça no arriesgó y se limitó a intentar conservar la posesión durante los primeros treinta minutos. Kaká no estaba para atacar ni para defender. Higuaín aislado y fuera de forma. Di María espumoso y fallón. Y Cristiano Ronaldo intrascendente, lo peor que se puede decir de una megaestrella. Estas semifinales no le dejan en muy buen lugar. No se ha echado el equipo a la espalda, como sí ha sucedido con Messi en el Barça, ni ha resultado determinante en ningún momento. Los que sostenían al equipo eran Xabi Alonso y Lass.

Los últimos quince minutos de la primera parte fueron claramente del Barça, en los que dispuso de varias claras ocasiones que salvó Casillas y la mala puntería de los delanteros culés. El equipo blanco llegó a la silla del descanso aturdido, pero con el combate empatado a puntos.

Tras la reanudación el Madrid presionó con todo y recuperó balones en el campo del Barça. Desgraciadamente, el árbitro se inventó una falta de Cristiano Ronaldo para anular un gol de Higuaín. A continuación, llegó el gol de Pedro gracias a un buen pase al hueco de Iniesta. Al poco tiempo empató el Madrid mediante Marcelo, después de una excelente recuperación de Xabi Alonso y un remate al palo de Di María, que recogió el rechace y asistió con precisión al lateral brasileño.

El milagro se vislumbraba en el horizonte, aunque era un espejismo. Había que remar mucho para dar la vuelta al marcador. Salieron Özil y Adebayor, que apenas aportaron nada más que patadas y precipitación. El Barça durmió el partido y el Madrid cayó de pie. Fin de la historia y final de la temporada para los madridistas.

¿Cuál es el balance de estos cuatro clásicos? Una victoria para cada uno y dos empates. Tres goles a favor del Madrid y cuatro a favor del Barça. Los números parecen haber acercado al Madrid a su eterno rival. Sin embargo, las sensaciones son equívocas. Parece que hay más distancia entre ambos que lo que dicen los resultados por el juego desplegado a lo largo de los cuatro partidos. No obstante, creo que el Madrid ha tenido demasiado respeto al Barça y no se ha querido medir cara a cara con ellos, negándose la posibilidad de salir vencedor en la semifinal - si bien, ganaron el título de Copa - y hurtándonos a los aficionados dos grandes duelos, que han sido muy decepcionantes ante las tremendas expectativas creadas. Mi sensación, más allá de planteamientos temerosos, quejas arbitrales, fingimientos lamentables, etc. es que Messi ha marcado la diferencia. El Barça está en la final gracias a él. Y sí, es mejor que Cristiano Ronaldo. Su novia no, pero él sí. 

Real Madrid - Barcelona. 0-2 (Santiago Bernabéu, 27 de abril)

Messi ganó un partido que el Madrid no quiso ganar y que el árbitro sirvió en bandeja al Barcelona. El Madrid hizo poco o nada con 11 y con 10. El Barça hizo poco más. Sin Messi el partido hubiese acabado 0 - 0 (dos bocas abiertas, dos bostezos, como describe socarronamente Eduardo Galeano).

El Madrid salió medroso, echado atrás, esperando coger una contra que nunca llegó. Al contrario de lo que pontificó el entrenador barcelonista en la víspera, sin la agresividad exageradamente denunciada de los dos enfrentamientos anteriores. No creó una sola ocasión clara durante los noventa minutos, a pesar de jugar en casa. Demasiado poco para un equipo con una plantilla lujosa y carísima. En la segunda parte presionó más arriba, pero el árbitro se encargó de apuntillar la pobre apuesta blanca. 

El Barcelona apenas jugó exigido. Se dedicó a manosear el balón sin profundidad y sin complejos, manteniendo su estilo. La ausencia de Iniesta se notó. La circulación de balón culé no era lo fluida, rápida y peligrosa que nos tiene acostumbrados. Su propuesta, aunque excusada en su papel de visitante, no deslumbró. Se hablará de la victoria del estilo de toque barcelonista, pero en realidad quien ganó el partido y casi la eliminatoria fue Messi, primero buscando el hueco justo para rematar con astucia un buen centro de Affelay y después sentenciar con una jugada personal en la que desnudó a la defensa blanca con su descomunal clase. Aparte de la elevada posesión habitual y del genio de Messi, el Barça se dedicó a fingir faltas y agresiones de forma lamentable: Busquets, Pedro y Dani Alves adolecieron de una falta de deportividad irritante. O todos moros o todos cristianos, Pep. No se puede ir de virgencita y a la vez follarse a todo cristo. O una cosa o la otra.

¿Y ahora qué? Pues a esperar un improbable milagro en la vuelta con las importantes bajas de Sergio Ramos (merecida) y Pepe (inmerecida). Pero, sobre todo, a reflexionar Mourinho y sus ayudantes sobre su planteamiento futbolístico, más allá de patalear a la UEFA por el arbitraje. El Madrid hizo un partido paupérrimo basado en el mismo plan temeroso y ruin usado en Liga, pero esta vez el resultado no sirve de coartada. Ni siquiera el arbitraje, por mucho que se hable de ello con razón. 

Real Madrid - Barcelona. 1-0 (Mestalla, 20 de abril)

Más que merecido título de Copa para el Madrid. Por su trayectoria en la competición y por su buen trabajo en la final. A pesar de tratarse de una final igualada, el triunfo final fue para el que más méritos hizo. Una trabajada victoria a los puntos.

La alineación inicial blanca apenas sorprendió, aunque no había un delantero centro. En el medio campo los mismos tres que en el partido de Liga. Y en defensa Sergio Ramos en el centro, donde mejor desarrolla sus cualidades.

El partido empezó intenso, con los jugadores acelerados protestando todas las acciones. El árbitro mantuvo los nervios y no se cargó la final. El Madrid jugó mucho más adelantado de lo esperado, presionando arriba e incomodando el juego del Barça. Su primera parte fue extraordinaria al conseguir que el Barcelona no creará ni una sola ocasión. Ninguna llegada con el más mínimo peligro del equipo culé. Increíble trabajo defensivo del Madrid. Pepe estuvo otra vez excepcional en el medio centro. Carvalho adelantándose a todos los balones. Sergio Ramos sobrio y seguro por alto. Arbeloa con la seriedad acostumbrada. Todos presionando y cerrando espacios. Una demostración de equipo sólido y trabajado. Sin duda, gran parte del mérito es del entrenador. Con otro técnico esta final no se hubiese ganado. Chapeau para Mourinho.

En ataque el Madrid dispuso de dos contras de Cristiano Ronaldo, un disparo de Özil y un remate al palo de Pepe. No fue un aluvión atacante, ya que la posesión fue mayoritariamente para el Barça, pero el peligro llegó de parte madridista. Al descanso mereció llegar por delante.

La segunda parte cambió radicalmente. El Barça impuso su ritmo y el Madrid se echó atrás. Por momentos pareció estar desarbolado y que el gol barcelonista podría llegar en cualquier momento. Messi con un disparo desde fuera del área, Pedro con un balón picado y, sobre todo, Iniesta con un remate ajustado estuvieron a punto de abrir el marcador y acercar la Copa a Barcelona, pero en las tres ocasiones estuvo Iker excepcional. El Madrid sólo respondió al final de los noventa minutos reglamentarios con un disparo de Di María al que respondió Pinto con agilidad, y que anunció lo que sucedería en la prórroga.

El equipo merengue siguió concentrado y compacto durante el tiempo extra en el que volvió a no conceder ni una sola ocasión a su rival, lo cual tiene un mérito extraordinario dada la talla de éste.

El gol llegó tras una pared por la izquierda entre Marcelo y Di María, que centró con precisión a Cristiano Ronaldo para que rematase de forma inapelable con la cabeza logrando el tanto de la victoria. Un gol que vale un título. Un gol que, además, quita un complejo reciente absolutamente necesario para los jugadores, los aficionados y el club. A partir de entonces un Madrid súper ordenado y un Barça sin respuesta. El delantero portugués tuvo otra ocasión en una contra en la que demostró su impresionante potencia. Se le fichó para ganar títulos y ha sido decisivo en éste. Del mismo modo se contrató a Mourinho y ha cumplido al lograr la Copa. Esperemos que sea el primero de una serie de títulos, ya que hay equipo y jugadores para ello.

Real Madrid - Barcelona. 1-1 (Santiago Bernabéu, 16 de abril)

El partido que no valía para nada finalmente no valió para nada. La Liga estaba sentenciada. ¿Qué quedaba por ver? Como mucho la tendencia que seguirá la sucesión de enfrentamientos inminente.

El Barcelona podrá decir que jugó un partido relativamente cómodo, en el que dispuso mayoritariamente de la posesión del balón y en el que daba la sensación que si apretaba podía hacer daño a su rival. Por su parte, el Madrid se acogerá a la tan manida épica que le caracteriza, ya que consiguió empatar con un jugador menos y, sobre todo, no salió derrotado de un enfrentamiento con el Barça tras una serie desastrosa en los últimos años. En definitiva, aunque el Barcelona sale ligeramente beneficiado moralmente del choque, no ha asestado un primer golpe de knock out. El Madrid lo sabe y se mantiene de pie en la lona a la espera de la final de Copa.

En cuanto a polémica arbitral, también hubo ración por cada bando: penalti no señalado a Villa y expulsión perdonada a Dani Alves. Y sin apenas jugarse nada. En los próximos tres partidos los árbitros deberán hilar muy fino. Aún así se escribirán ríos de tinta sobre quién salió beneficiado y quién perjudicado, y nunca nos pondremos de acuerdo. Vamos, lo de siempre.

El Madrid salió con un trivote en el centro del campo para cubrirse, muy echado hacia atrás y sólo a la espera de poder salir en un contraataque para sorprender al Barça. Pepe jugó de mediocentro. Incomprensiblemente salió indemne en cuanto a tarjetas, pero hizo un muy buen partido en esa posición. Consiguió barrer muchos balones y cortar el juego de entrelíneas del contrincante, sobre todo en la primera parte.

El Barcelona quedó desconectado durante esos primeros 45 minutos. Tenía la pelota, pero no hacía ningún peligro, ni daba la sensación de poder crearlo. Su juego era bastante insulso. Únicamente Messi dispuso de dos ocasiones que salvó Casillas con solvencia. Por su parte, el Madrid no se avergonzó de salir a cerrarse en su propio estadio y tuvo sus pocas ocasiones en algún corner y en alguna recuperación en campo rival. No obstante, las tablas al descanso eran un resultado justo.

La reanudación cambió el ritmo cansino del partido. El Madrid salió más enchufado. Un lanzamiento directo de falta de Cristiano Ronaldo se estrelló en el palo. Los corners volvían a llevar peligro sobre el área barcelonista. Sin embargo, en seguida se adelantó el Barça de penalti - transformado por Messi - tras un grave error de Albiol, que además fue justamente expulsado. Parecía todo perdido con casi toda la segunda parte por delante. Los cambios de Mourinho olían a la final de Copa más que a intentar remontar el partido, puesto que retiró a Xabi Alonso. El Barça empezó a hacer su habitual rondo esperando desgastar a su rival y se encomendó a algún pase al hueco de Xavi y a las arrancadas de Messi. Tampoco se exigió mucho el Barça, se limitó a esperar. Y en esas empato el Madrid, también de penalti, anotado por el delantero portugués. Los últimos minutos fueron un poco más abiertos y el partido adquirió pinta de clásico. Ambos dispusieron de alguna otra ocasión: Xavi y Villa por el Barça, Khedira por el Madrid. Pero no se desmelenaron. Se guardaron lo mejor para lo que nos viene encima, que es muchísimo.

Mourinho usó este partido de banco de pruebas para la apasionante final de Copa. No le importó lo más mínimo salir a defender y conceder la posesión al Barça, confiando en aburrir a su rival y sorprenderlo a la contra. Estoy seguro de que el entrenador portugués piensa que si consigue adelantarse en el marcador ganará la final. Para ello las líneas han de estar muy juntas y la defensa cerca de la portería para evitar los pases al hueco del Barça. Así jugó y así jugará el miércoles en Mestalla, protegiéndose en defensa y confiando en algún fulgurante ataque cuando el Barça pueda descuidarse o cometer un error en campo propio. El duelo de Copa enfrentará al Ali-Barça contra el Foreman-Madrid. Mantenerse fuerte sobre la lona, cubriéndose de los sutiles golpes a la espera de ver bajar la guardia al aburrido rival y asestarle un gancho al mentón que lo tumbe pata levantar el cinturón de campeón en forma de Copa. ¡Menudo partidazo! 

Real Madrid - Tottenham. 4-0 (Santiago Bernabéu, 5 de abril)

Partido soñado con excelente resultado. Eliminatoria casi sentenciada sin apenas coste para el Madrid. Más fácil imposible. Sin embargo, no tengo la sensación de que fuese un gran partido. 

El inicio fue fulgurante: dos disparos de Cristiano Ronaldo, uno de Di María y el gol de Adebayor en un remate de cabeza tras un lanzamiento de corner. Todo en cinco minutos. Además, antes del cuarto de hora, Crouch enloqueció y el árbitro le expulsó por cometer dos faltas a destiempo. ¿Riguroso? Quizás. Sobre todo, en un arbitraje europeo. En cualquier caso, el larguilucho inglés fue bobo.

A partir de entonces el partido cambió. Todo parecía ponerse de cara para el equipo blanco, pero no supo jugar contra diez durante la primera parte. Dispuso de alguna otra ocasión, pero su juego se atascó convirtiéndose en previsible y obcecándose todos en penetrar por el centro. 

Özil estaba desaparecido, Khedira sobraba, Di María y Cristiano se enredaban en jugadas individuales, así que el único que mostraba algo de claridad era Marcelo entrando por su banda. El resto fue un previsible y anodino juego sin ritmo.

El Tottenham se limitó a defender. Únicamente dispuso de dos salidas de Bale, la gran esperanza de los Spurs, ambas por gentileza del contumaz y tontísimo Sergio Ramos, que calculó mal en la primera concediendo la única ocasión del equipo visitante durante el partido, y fue a presionar alocadamente en el área rival en la segunda provocando la tarjeta de Pepe - tan bobo y descontrolado como el lateral - que no podrá jugar el partido de vuelta.

Afortunadamente la segunda mitad ofreció otro panorama con el Madrid volcado y la circulación de balón más rápida. La presión era cada vez más agobiante y más adelantada, por lo que la recuperación de pelota se lograba a 30 - 40 metros de la portería de Gomes. En esta labor resultó fundamental por enésima vez Xabi Alonso. Virgencita, virgencita, que no se lesione Xabi. 

Los goles fueron goteando por pura lógica, no cabía esperar otro desenlace. El segundo gracias a otro cabezazo de Adebayor a buen centro de Marcelo. Cuando todos empezábamos a sospechar del rendimiento del togolés, éste ha respondido con dos goles. Bien, gracias; pero ha de hacer más. El tercero se lo inventó Di María con un chutazo a la escuadra desde el pico del área: recorte y misil colocado, un bello tanto. Y el cuarto fue obra de Cristiano Ronaldo de buena volea a pase de Kaká, el sorprendente invitado de la noche. ¿Por qué juega este prejubilado? 

Necesitaba el Madrid una victoria como ésta en un partido de esta importancia. La semana que viene deberá sentenciar en Londres y minimizar los posibles daños colaterales que puedan surgir ante la previsible semifinal ante el Barcelona.

Real Madrid - Sporting de Gijón. 0-1 (Santiago Bernabéu, 2 de abril)

Sorprendente derrota y Liga a la basura. Cuando menos se esperaba, a pesar de las numerosas bajas, aconteció el tropiezo indeseado. No mereció perder, ya que el Sporting sólo dispuso de dos remates en todo el partido, pero tampoco mereció ganar claramente, como venía siendo habitual en casa esta temporada.

El partido fue espeso, de los peores jugados esta Liga como local. El juego no fluyó en ningún momento. La ausencia de Xabi Alonso se notó en demasía. Özil no estuvo especialmente afortunado y Granero no consiguió activar al equipo desde el centro del campo. De Lass y Khedira poco se podía esperar en cuanto a creación. 

El partido empezó encomendado a las acciones individuales de Di María, que se prodigó sin acierto abusando de los piscinazos. En seguida el partido se adormeció, hasta hacerse soporífero durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Un remate de André Castro en jugada ensayada por parte del Sporting y un cabezazo de Khedira desviado por parte del Madrid. Pobrísima primera parte.

La segunda mitad pareció arrancar con más ímpetu, mayor posesión de balón del Madrid y el Sporting encerrado atrás. No obstante, las ocasiones no llegaban con claridad. Salió Higuaín, después de cuatro meses de baja, y tuvo una muy buena ocasión que estrelló en el meta rival. 

No se combinaba con claridad, Özil seguía desafortunado y Adebayor no aportaba ninguna solución. Seguía el Madrid embrollado en su juego cuando llegó el gol de De las Cuevas. Fue un mazazo, el partido se inclinaba hacia la portería del Sporting y éste se adelantaba de forma inesperada.

A partir del gol, ni una solución futbolística, sólo balones por arriba a Adebayor que no aprovechaban sus compañeros en segundas jugadas. Era un islote al que lanzar balones demasiado alejado del resto de atacantes madridistas. Aún así, el togolés dispuso de una ocasión inmejorable que marró lamentablemente. También hubo alguna otra bastante clara, fruto de la presión de los últimos minutos más que de jugadas elaboradas.

Una derrota de consecuencias desastrosas, que aleja definitivamente al Barça y obliga al Madrid a confiarlo todo en la Champions, que llega el martes con más urgencias que nunca. 

Atlético - Real Madrid. 1-2 (Vicente Calderón, 19 de febrero)

Demasiado Madrid para tan poco Atlético. El equipo local sólo apretó durante quince minutos de la primera parte con varios claros remates de Agüero, Reyes y Godín a los que respondió magníficamente Iker Casillas. Hacía mucho tiempo que el portero madridista no ganaba puntos para su equipo. Lleva una Liga bastante plácida, extrañamente tranquila para lo que había sido su participación durante los últimos años en los que sus milagros salvaron al Madrid una y mil veces.

El Atlético es hoy y casi siempre un equipo ciclotímico, sumido en convulsiones internas y con una plantilla muy por debajo de su nombre. Prácticamente es sostenido por el Kun Agüero, una estrella de primer nivel que merece otro equipo por su extraordinaria calidad. ¿El Madrid, quizás? El duelo que mantuvo con Casillas avivó el partido en la primera mitad y le concedió algo de emoción a los últimos minutos, tras su gol postrero. Hasta entonces Iker le había amargado la noche.

El partido empezó con el Madrid enchufado, llegando con facilidad y creando ocasiones. En una de ellas, Benzema acudió a su cita con el gol puntual y con clase, picando con la derecha fuera del alcance del imberbe De Gea, después de una asistencia de Khedira, que era el miembro del trivote que más se descolgaba en ataque.

Mediada la primera mitad, el Atleti tuvo sus quince minutos de gloria en los que mereció algún gol, pero el inconmensurable Casillas lo impidió. A partir de ahí y hasta el final el partido transcurrió de color blanco. Consiguió el segundo gol gracias al estado de gracia de Marcelo y Özil, que se juntaron para centrar desde la línea de fondo el primero y rematar con precisión el segundo. El peso de ambos en el equipo aumenta con el paso de las jornadas. Marcelo es un arma letal en ataque y Özil la solución para todo: juega entre líneas, hace paredes, encuentra pequeñas rendijas en las defensas rivales, lanza contraataques, desborda con facilidad, remata a gol, asiste a sus compañeros...sólo le falta parar los penaltis. Y cuando falla, cosa excepcional, lo hace con tal elegancia que se le perdona rápidamente.

A partir del segundo gol madridista, el Atleti se ausentó del partido con una lamentable actitud y una falta de fútbol absoluta. El Madrid lo agradeció y estuvo cerca de marcar el tercero. Sin embargo, llegó el gol colchonero por obra del único jugador local que no había apostatado del partido, si bien no sirvió de nada, ya que hasta el final no volvió a inquietar la portería del Madrid.

Ahora hay un parón de dos semanas que le irá de maravilla al Madrid para recuperar jugadores y algo de aliento - si las selecciones no lo impiden en forma de inoportuna lesión - antes del tramo final de temporada en el que está todo por decidir entre Madrid y Barça. Van a ser unos meses de abril y mayo apasionantes. Hace muchos años que los dos grandes rivales no están tan bien. Promete ser un espectáculo formidable.

Real Madrid - O. Lyon. 3-0 (Santiago Bernabéu, 16 de febrero)

Partido escrito y dirigido por José Mourinho. El guión del partido fue tal cual lo imaginado por el entrenador portugués: serio en defensa, sin apenas sobresaltos, con pocos alardes ofensivos, ninguna épica; vamos, uno de esos encuentros espesos y aburridos que describen los entrenadores de "típicos partidos de Champions".

El inicio fue bastante frío. El Madrid, a pesar de actuar como local y de sus últimos fracasos europeos, no salió desbocado a por el partido. Se limitó a esperar su oportunidad y cedió bastante, demasiada posesión al equipo francés. Lo cierto es que las oportunidades llegaron con cuentagotas antes del gol, un par de remates de Marcelo y Cristiano Ronaldo y poco más. No obstante, el Lyon no aprovechó la pasividad del Madrid, sólo remató una vez mediante un disparo del Chelo Delgado durante la primera mitad. 

El primer gol fue responsabilidad casi exclusiva de Marcelo, que inició la jugada, combinó con Cristiano Ronaldo, regateó a Cris, recortó a otro defensa y marcó gracias a la mano flácida de Lloris. Es cada vez más asombrosa la participación en ataque del lateral brasileño. No sólo por sus incursiones hasta la línea de fondo, sino por su tendencia a penetrar en diagonal. Es más que conocida esta querencia suya a actuar de repentino interior, pero parece que no se dan por enterados los rivales, porque Marcelo transita por esa zona con frecuencia y crea mucho peligro. 

La segunda parte fue diferente, aunque siguiendo el guión trazado por Mourinho. El Madrid salió enchufado, intenso, recuperando balones en campo rival y creando ocasiones una tras otra mediante un activo Benzema, el siempre venenoso Özil, el empuje de Cristiano y los remates de córner, que fueron pésimamente defendidos por el Lyon.

El segundo gol llegó tras una buena recuperación de Marcelo en campo propio que buscó en largo a Benzema, el cual aprovechó la torrija de los centrales y sonrojó al portero francés por debajo de las piernas con precisión. El triste Lloris debió jugar con sotana hoy y el partido de ida. Al poco tiempo, Di Maria sentenció en un contraataque que culminó picando con astucia sobre la salida del portero.

Todo ello sucedió sin sustos, sin necesidad de grandes actuaciones individuales ni ataques en tromba apoyados en un público enardecido. Todo lo contrario, fue extrañamente tranquilo todo. Hasta se permitió el lujo el equipo local de realizar cambios para dosificar y premiar a jugadores. 

En definitiva, una victoria comodísima más propia de un choque liguero que de un partido de vuelta de eliminatoria de Champions. Quizá después de tantos años de decepciones se esperaba una clasificación espectacular que sumiera al madridismo en un éxtasis de ocasiones, goles y celebraciones. O quizá ésta fuera la mejor manera de superar la eliminatoria que se había atragantado los últimos seis años.

Hubo, desgraciadamente, un protagonista negativo en el Madrid de esta feliz noche de Champions: el imbécil de Pepe. Debió ser expulsado en dos ocasiones por dos de sus astracanadas habituales: dos patadas traicioneras y a destiempo para agredir al rival que quedaron impunes. Este impresentable no debería jugar ni un minuto más en el Madrid si el tan cacaraedo señorío del club se impusiera de una vez.

Y ahora, por fin, a disfrutar del sorteo final de la competición en el que habrá cuatro rivales fuertes, sobre todo el Barça, y tres más asequibles. A ver qué emparejamientos nos regala el bombo y a disfrutar.  

Real Madrid - Hércules. 2-0 (Santiago Bernabéu, 12 de febrero)

Otro trámite funcionarial del Madrid: victoria con el mínimo esfuerzo. El Hércules apenas opuso resistencia - un par de remates en la primera parte - aunque mostró una actitud diferente a la de otros visitantes recientes como el Málaga y el Levante.

El ritmo del partido se mantuvo constante los noventa minutos: el Madrid controlando el balón con suficiencia y el Hércules esperando más o menos ordenado. Los goles cayeron porque tenían que caer, porque la lógica se impuso como no podía ser de otra forma. 

Ambos fueron conseguidos por Benzema. El de la primera parte después de un pase al hueco de Özil a Arbeloa, que asistió con tranquilidad al francés. El segundo en una buena jugada por el costado izquierdo con recorte hacia dentro y remate ajustado al palo evitando al portero. Cada día está mejor Benzema, liberado del encorsetamiento de la posición de delantero centro. Ahora es Adebayor quien se come el marrón. Por cierto, el togolés, pasado el efecto gaseosa del principio, está espesito y con poca chispa. 

¿Algo más a destacar? Poco, la verdad. Jugadores reservados para el choque ante el Lyon; cambios para repartir minutos, excepto el inexplicable de Granero por Xabi Alonso, y tres puntos más que sirven para presionar al Barcelona en su difícil choque contra el Sevilla.

Y el miércoles redoble de tambores, máxima expectación, el partido del año. Desde ya, todos los jugadores deben concentrarse en este vital choque, olvidarse del recuerdo de los últimos años y afrontar el partido con una intensidad total. ¡Que llegue ya! 

Racing Santander - Real Madrid. 1-3 (El Sardinero, 6 de marzo)

Extraordinaria victoria del Real Madrid con una primera parte sublime en la que salió disfrazado de FC Barcelona, aprovechando la época del Carnaval. El juego combinativo, fluido, rápido y preciso de los primeros 45 minutos recordó mucho al del equipo culé. 

Fue una actuación primorosa de todos los jugadores, que jugaron con un dibujo nuevo debido a las numerosas ausencias: un único mediocentro, Xabi Alonso, tres centrocampistas por delante del tolosorra y dos delanteros, Benzema y Adebayor.

La presencia de Granero y la ausencia de Cristiano Ronaldo ayudó a que el habitual juego directo del Madrid cambiase por otro más pausado y de toque. En cualquier caso, la intensidad en la presión y la calidad de los jugadores de ataque permitieron la formidable actuación de la primera parte.

Hubo ocasiones de todos los colores antes del primer gol: dos disparos al palo, del que últimamente están enamorados los jugadores blancos, un remate a bocajarro de Benzema a las nubes, otro a puerta vacía marrado por Marcelo, disparos desde fuera del área de Di María y Marcelo. En definitiva, un vendaval incontenible por el Racing.

Por encima de todos, surgió la figura de Özil, el maestro de ceremonias perfecto para este juego rápido y preciso. Su elegancia acompaña todas sus acciones sin penalizar su efectividad. No en vano fue el autor de las dos asistencias de los dos primeros goles. El primer tanto lo anotó Adebayor tras una doble pared del genio alemán con Benzema y el delantero togolés, que culmina a placer una preciosa jugada de tiralíneas imaginada y ejecutada a la perfección por los tres. El segundo después de un pase con el exterior de la zurda en profundidad a Benzema, que bate por bajo a Toño en su desesperada salida.

Al acabar la primera parte, finalizó una de las actuaciones más bellas del Real Madrid en los últimos años. Un verdadero regalo que, además, llegó por sorpresa, cuando menos se esperaba por tratarse de una difícil visita y por las bajas con las que llegaba a El Sardinero.

La segunda mitad empezó con el Madrid sin disfraz, vestido de sí mismo, intentando controlar el partido con solvencia y lanzando zarpazos a la contra. Únicamente se vio inquietado tras un penalti lanzado de forma lamentable por Pinillos, que Casillas atajó, que provino de una pérdida de balón de Marcelo en una de sus habituales frivolidades; y después del gol del Racing conseguido por Kennedy en una buena combinación con Rosenberg. Apenas duró unos minutos la inquietud, ya que en una contra comandada por Di María, Benzema anotó su segundo gol de la noche disparando ajustado al palo largo de un vendido Toño. Al final, Adebayor marró un penalti, lanzado de forma tan deficiente como el anterior del Racing.

En resumen, victoria convincente y demostración de que hay un plan B en forma de otro sistema de juego. Y lo más importante, parece que hay vida sin Cristiano Ronaldo. De todos modos, que vuelva cuanto antes. Con el portugués en el campo la primera parte habría acabado con un resultado escandaloso.

Deportivo - Real Madrid. 0-0 (Riazor, 26 de febrero)

Asedio infructuoso. Dominio absoluto del equipo blanco: balón, juego y oportunidades, sin la merecida recompensa. De diez partidos como éste se ganan nueve. 

Utilicemos la teoría del vaso medio lleno o el vaso medio vacío para analizar el partido.

Vaso medio lleno: el Madrid tuvo un sinfín de oportunidades de todos los colores, sobre todo, en la segunda mitad. Disparos desde fuera del área, dos balones a los postes, remates sacados en última instancia por Aranzubía, que se convirtió en el héroe local, ocasiones de cabeza tras corners lanzados en pleno asedio madridista...

El primer lanzamiento al palo fue de Adebayor en un mal centro al primer toque que se convirtió en un envenenado remate que golpeó dos veces en el poste. El segundo tras una buena jugada de Cristiano Ronaldo que se va de dos rivales en velocidad gracias a su extraordinario cambio de ritmo y remata ajustado al palo. El posterior rechace lo caza Di María y lo envía de nuevo ajustado al palo, obligando al portero deportivista a hacer la mejor intervención de la noche.

Benzema también dispuso de una clarísima ocasión que remató y rechazó al mismo tiempo, rematando con un pie sobre el otro, cuando lo más sencillo era conseguir el gol. Esta ocasión llegó gracias a la clarividencia de Xabi Alonso, que habilitó a Sergio Ramos entre una madeja de defensas.

El control del juego perteneció por completo al equipo visitante, sostenido en otro buen partido del tolosarra y el aluvión ofensivo del segundo tiempo. El entrenador fue sin duda a por el partido, como no podía ser de otro modo, y sus jugadores así lo entendieron, cercando al Deportivo en su área y empujando hasta el último suspiro. No se puede reprochar nada con respecto a la actitud de este equipo: quieren ganar y lo intentan por todos los medios posibles.

Marcelo volvió a demostrar, mientras estuvo en el campo, que es una alternativa para el ataque blanco. Se descuelga con frecuencia y pisa área con facilidad. Contra equipos menores jugará el brasileño y en partidos de mayor enjundia (eliminatorias de Champions, por ejemplo) jugará Arbeloa. Sergio Ramos no aporta ni una décima parte en la banda derecha. Su peligro es sólo aparente.

El Madrid no concedió ni una sola oportunidad al Deportivo. Su solvencia defensiva parece consolidada. Por cierto, nunca se valorará lo suficiente el impresionante trabajo defensivo de Xabi Alonso: llega a todo, corta balones en el área propia y los lanza con rapidez y precisión sobre el área rival. Su temporada está siendo extraordinaria. Que no se lesione.

Vaso medio vacío: tardó en entrar en el partido. La primera parte transcurrió con cierta tranquilidad para el Deportivo, que no se vio excesivamente exigido. Lo mismo ocurrió en Lyon. 

El Madrid está peleado con el gol. Le cuesta finalizar con éxito a pesar de disponer de numerosas ocasiones. Es cuestión de rachas, pero vista la velocidad de crucero del Barcelona, no se puede permitir aludir a la mala suerte, a los postes o a María Santísima. Se ha de ganar siempre y punto. Hay equipo para ello, incluyendo buenas alternativas en el banquillo, por lo que no caben excusas.

Benzema está mucho más activo desde la llegada de competencia, pero sigue sin ser un depredador del área. Haría bien el club en buscar alguna muestra de sangre de Raúl y hacerle una transfusión al francés, a ver si así le entraba la voracidad anotadora.

Pepe es tonto, pero tonto, retonto. O sea, corto de entendimiento. Es tan exuberante físicamente como débil mentalmente. Casi nunca toma la decisión adecuada. Juega al filo de la navaja y comete estupideces, como el absurdo empujón a Juan Rodríguez para arañar una décima de segundo a falta de veinte minutos para el final del partido. Es preocupante su actitud de macarra. Además, se le ve siempre. No es de esos defensas barriobajeros que saben cómo hacer daño sin que les vean. Éste es bobo, siempre le pillan, porque siempre lo hace exageradamente y a plena luz. Prefiero mil veces la discreta sobriedad de Albiol que la exasperante teatralidad de Pepe. 

Kaká..bueno, Kaká está para jugar con los veteranos. Es una molestia en el centro del campo con sus continuas e intrascendentes bajadas a pedir balón. Retrasa el juego una y otra vez y no ofrece nada a cambio. Por siempre jamás: Özil.

O. Lyon - Real Madrid. 1-1 (Gerland, 22 de febrero)

Empate que sabe a poco. En un partido típico de ida de Champions, en el que los dos equipos salen concentrados, intensos, sin permitirse alegrías defensivas, el Madrid pudo dejar la eliminatoria sentenciada sin merecerlo claramente y, al final, acabó empatando un partido que tampoco mereció empatar. En todo caso, el resultado más justo hubiera sido 0,5 a 1.

La primera parte fue un tostón insoportable lleno de interrupciones, ausencia de juego de ataque y permisividad del árbitro en la reiteración de faltas cometidas por le equipo local. Apenas un par de remates desde fuera del área de Di María y Cristiano Ronaldo de falta sin casi peligro. Por parte del Lyon, un remate con más peligro de Gomis tras una mala salida de Casillas. Nada más, aburrimiento total.

El Madrid entró algo más enchufado en la segunta mitad rematando dos veces al palo en jugadas a balón parado: una extraordinaria falta lanzada por CR7 y un remate de cabeza en un córner de Sergio Ramos. El Lyon tuvo suerte en ambas ocasiones, así como en el clarísimo penalti no señalado por el lamentable árbitro. Ojalá el Madrid tenga un arbitraje made in UEFA, así de casero, en el partido de vuelta.

Al poco tiempo salió Benzema y al minuto de estar en el terreno de juego consiguió el gol de su equipo, después de una buena jugada de Özil, extraordinario en la recuperación y el regate, y el delantero francés, que culminó con un pelín de suerte con un disparo mordido que se coló por entre las piernas de LLoris.

A partir del gol la eliminatoria se puso franca para el Madrid, sólo a la espera de finiquitarla a la contra, su gran arma. Sin embargo, en esta ocasión no le funcionó el contraataque. En las tres ocasiones que tuvieron lo montaron mal, sin coordinación entre sus puntas y con evidente ansiedad. Visto lo visto, quizá sí que pesó más de lo debido los seis años cayendo en octavos, porque no estuvo muy fino el Madrid. Sólido sí, pero brillante no.

Casi al final, tras un rebote y un despiste defensivo, Gomis se encontró solo en el área y consiguió un empate que parecía imposible tal y como se estaba desarrollando el juego. Una pena, porque el Lyon tampoco dispuso de más ocasiones que ésta. Aunque el Madrid tampoco puede quejarse mucho de su suerte, ya que además del gol y los dos palos a balón parado no creó más ocasiones.

La eliminatoria se pone a favor, pero se ha perdido una buena oportunidad de dar un golpe de autoridad y mostrar a toda Europa que este año sí se puede contar con el Madrid como uno de los favoritos ganando claramente al Lyon. La alineación del principio, sin el trivote que se había rumoreado, invitaba al optimismo, aunque al final el equipo blanco no mostró la superioridad que se le presuponía. Ahora toca resolver en el Bernabéu. ¡Que llegue el partido de vuelta ya! 

Real Madrid - Levante. 2-0 (Santiago Bernabéu, 19 de febrero)

Comodísima victoria del Madrid que se enfrentó al equipo más patético que ha pasado por su estadio esta temporada. El Levante, imagino que acobardado por el 8 a 0 que le endosaron en Copa, se presentó en el Bernabéu a no perder por goleada. Nada más. Acabó encantado con el resultado final, que hubiese firmado antes del inicio. Su falta de ambición fue tal que no llegó a chutar a puerta, ni un solo remate hizo en todo el choque. ¡Lamentable! Ojalá descienda a Segunda. Unos deportistas así no merecen jugar en Primera ante equipos como el Madrid.

Así pues, el análisis del partido resulta absurdo. Sólo uno de los dos quiso competir y tampoco mucho, ya que el equipo blanco aprovechó la debilidad y la apatía de su rival para sestear antes del importantísimo enfrentamiento contra el Lyon en Champions. Ni en sus sueños más húmedos, Mourinho pudo esperar un partido tan plácido.

El único que jugó al 100%, como siempre, fue Cristiano Ronaldo. Remató de todas las formas imaginables: a bocajarro, desde fuera del área, de falta, de cabeza...Un recital de ocasiones que la ansiedad del portugués una veces y la buena actuación de Munúa en otras impidieron que el impetuoso delantero se marchase a casa con un saco de goles. Parece evidente que este chico no sabe jugar de otra forma. Su ambición a veces le traiciona. Aunque benditas sean sus ganas. Los jugadores granotas deberían aprender de sus ganas de competir y ganar.

Fue un partido para disfrutar de los secundarios. Raúl Albiol estuvo impresionante en defensa, cosa que viene siendo habitual en las pocas ocasiones en las que juega. Está rápido, bien colocado, inexpugnable por alto, con ganas de demostrar que merece un lugar en el equipo titular. Khedira cada vez participa más y se suelta de vez en cuando en ataque. Es un trotón lento y con escasa capacidad de organizar al equipo, pero lo compensa y ayuda mucho a juntarlo en el centro del campo, además de hacer buenas coberturas a los laterales. 

Los goles llegaron en el primer tiempo. El primero al comienzo del partido en una habilidosa jugada de Di María, que dribló a tres contrarios en una baldosa del área y asistió a Benzema para que marcase a placer. Por cierto, al delantero francés le ha venido bien la competencia de Adebayor, parece más enchufado y participativo que nunca. El segundo, poco antes del descanso fue obra de Carvalho, en un remate a bocajarro - una especie de acto reflejo - remachando un obús de falta de Cristiano Ronaldo.

La segunda mitad continuó con el monólogo del Madrid, la resignada impotencia del Levante, la obsesión por golear del 7 blanco y el regalo en forma de sustitución de Özil por Kaká en los últimos 15 minutos. El fino estilista alemán dio una asistencia magistral y realizó una jugada antológica que acabó en gol anulado, que de no ser por los rápidos reflejos de Munúa se habría convertido en una obra de arte preciosa. Este chico es maravilloso. Desde Zidane ningún jugador del Madrid me hacía disfrutar tanto. Es un artista de una elegancia sublime. Sin duda, mi jugador favorito de esta plantilla. Sé que no es el más decisivo (Ronaldo) ni el más experimentado (Iker y Xabi), pero sí el que me regala los ojos una y otra vez con su delicioso fútbol.

Y el martes los octavos de la Champions. ¡Por fin llega la gran cita de la temporada! El Madrid debe obtener un resultado convincente en el partido de ida en Lyon que disipe las dudas y miedos que puedan existir en el club y, de paso, sentenciar el pase a cuartos de final de la competición.

Español - Real Madrid. 0-1 (Cornellá - El Prat, 13 de febrero)

Otro partido muy serio y solvente del Real Madrid. A pesar de quedarse con 10 desde el minuto uno de partido, lo controló absolutamente y no pasó apuros. La expulsión de Casillas permitió ver a un equipo solidario, bien armado y con oficio.

Xabi Alonso volvió a estar espectacular en las ayudas defensivas, especialmente en la banda izquierda cubriendo las subidas de Marcelo. Pepe volvió al equipo titular y, aunque Callejón le ganó la partida en la jugada de la expulsión, estuvo rápido al corte e insuperable por alto. Además, no cometió ninguno de sus puntuales errores garrafales que tanto afean su habitual solvencia defensiva. 

Marcelo logró el gol del partido tras un buen pase de Cristiano Ronaldo y la amable participación de Kameni, que descuidó su palo. El gol reflejó el impacto que tiene Marcelo en ataque, pues penetra las defensas rivales como si de un cuchillo se tratase. Lástima que en defensa se complique más de la cuenta con arabescos innecesarios. 

El Español empezó empujando y teniendo más el balón, pero estuvo impreciso y casi no dispuso de ninguna oportunidad. Conforme avanzaba el partido se le iban nublando más y más las ideas.

El equipo blanco pudo sentenciar a la contra en varias ocasiones, sobre todo, de Adebayor, que dispuso de tres clarísimas. Es un buen delantero: rápido, aguanta muy bien el balón de espaldas a la portería y presiona la salida del equipo rival. No había en la plantilla blanca este perfil de jugador, por lo que supone una interesante alternativa para lo que resta de temporada.

Cristiano Ronaldo fue un peligro constante con sus arrancadas en los contraataques. Asistió a Marcelo en el gol y a Adebayor en varias ocasiones. En carrera y con espacios es imparable. Si entendiese mejor el juego...

El debate sobre el bajón físico del Madrid quedó zanjado en la jornada de hoy. Aguantó perfectamente jugando todo el partido con uno menos y pareció llegar fresco al minuto noventa. 

Ahora la distancia es de cinco puntos, gracias al pinchazo del Barça en Gijón. Son únicamente dos partidos en lugar de tres. Sigue siendo una distancia considerable, pero el Barcelona parece mortal. Llega un mes de Champions con partidos intensos y duros. A ver qué sucede en Liga con Barça y Madrid. 

Real Madrid - Real Sociedad. 4-1 (Santiago Bernabéu, 6 de febrero)

Plácido entrenamiento del Madrid. La Real parecía un equipo de juveniles al que le creaban ocasiones sin cesar y sin apenas esfuerzo. Cayeron cuatro como podían haber sido diez. Sin duda, el Bernabéu agradeció asistir a un partido cómodo después de los últimos encuentros de la cuesta de enero.

La historia del partido se resume en la infinidad de remates del equipo local ante la pasmosa pasividad del equipo donostiarra. Kaká encontró pronto el gol con un remate dentro del área a placer, como casi todos los que se produjeron a continuación. Cristiano Ronaldo se reencontró con el gol por partida doble. El segundo con una de sus mejores suertes: el poderoso remate de cabeza. Y Adebayor cerró la cuenta con un remate bien dirigido. Incluso el gol de la Real fue anotado por un defensa merengue.

¿Qué historias hay detrás del partido, pues? Pues algunas interesantes. La primera de ellas es la aparición de Adebayor en el equipo titular en detrimento de Benzema. Se le ha visto rápido el gusto a Mourinho. Parece que estaba deseando quitarse de en medio al francés. Además, el delantero togolés ha llegado con estrella, ya que ha anotado en dos ocasiones en apenas una semana en el conjunto blanco. Tiene una forma curiosa de moverse el reciente fichaje. Da la sensación de indolencia y de lentitud; sin embargo, es sólo una percepción, cada una de sus zancadas vale por tres de la del defensa rival. Es un delantero diferente, hasta original diría yo. Tengo ganas de observarlo en más partidos y, sobre todo, en los decisivos de Champions. Ojalá concrete las esperanzas que me ha despertado, ya que a priori no me hizo especial tilín su contratación.

Y una mención especial merece Özil. ¡Qué jugadorazo! Es extraordinario, elegante, rápido, venenoso, estético, sutil, inteligente...se me acaban los adjetivos. Cada vez adquiere mayor peso en el juego del equipo. Siempre ofrece la mejor de las soluciones de la forma más vistosa posible; pero sin absurdos barroquismos como las rabonas de Di María. Simplemente escoge la mejor opción con absoluta naturalidad y deja brotar su inconmensurable clase para asistir a sus compañeros e incluso golear. Sus números ya son de súper clase: 9 goles y 12 asistencias en lo que va de temporada. Además, mezcla muy bien con el estilo de juego vertiginoso del resto de sus compañeros de ataque. Él es capaz de pararse donde el resto escuchan trompetas de guerra y pensar en décimas de segundos la mejor de las opciones para su equipo, acertando casi siempre. Tiene muchas de las cosas buenas de Guti, ninguna de las malas y otras muchas cosas buenas de las que carecía el 14. Sin duda, el mejor jugador que ha fichado el Madrid en términos de calidad-precio en los últimos años. Si el equipo sabe entender a Özil y éste asume los galones, el Madrid crecerá mucho. Y es imprescindible que así suceda si se quiere competir con este megaBarça.