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lasnochesdeMcNulty

Crónicas blancas

Real Madrid - Sevilla. 2-0 (Santiago Bernabéu, 2 de febrero)

Costó, costó demasiado, a pesar del aparente claro resultado. Salió bastante enchufado el Real Madrid, presionando arriba y teniendo una clara ocasión de Benzema tras un disparo al palo del últimamente desaparecido Di María. Sin embargo, el Sevilla en seguida inquietó la portería blanca, gracias a la insistencia de Negredo, la participación de Rakitic y el talento de Kanouté para bajar melones y convertirlos en balones jugados.

Fue una primera parte entretenida que mostró a un Cristiano Ronaldo muy desafortunado en todo: disparos, regates, pases y ocasiones clarísimas falladas. Esperemos que se trate de un bache, porque el portugués es más de medio Madrid. Otro ausente en esta primera parte fue Xabi Alonso, gracias al buen trabajo defensivo de Kanouté. Y si Xabi no aparece, su equipo se resiente. 

Durante gran parte de la segunda mitad el conjunto local pareció jugar con fuego, cediendo el juego al Sevilla. Tampoco se vio excesivamente inquietado por los atacantes sevillistas, que apenas dispusieron de ocasiones, pero el runrún en el estadio no hacía presagiar nada bueno.

Afortunadamente, el mejor jugador del Madrid esta noche fue el cronómetro, que obligó al Sevilla a abrirse. Ya con espacios, el Madrid machacó a la contra en los últimos diez minutos. Primero con un mano a mano bien resuelto por Özil después de un pase de Khedira disfrazado de Xabi Alonso, y el segundo con un buen control y un remate inapelable a quemarropa del debutante Adebayor. Curiosamente los dos asistentes esta noche han sido los dos mediocentros de contención: Khedira y Lass.

En resumen, una victoria merecida, pero sin excesos. Un Madrid demasiado espeso y algo más contenido de lo esperado tras el batacazo de Pamplona. Probablemente el resultado maquille las carencias mostradas hoy en el partido de vuelta de las semifinales de Copa.

El premio: la final del 20 de abril contra el Barcelona. No se me ocurre mejor partido para una final de Copa del Rey. Parece mentira que hayan pasado más de 20 años desde la última. Una oportunidad pintiparada para vengarse del Barça tras las últimas sonrojantes derrotas infligidas por los culés. 

 

Osasuna - Real Madrid. 1-0. (Reino de Navarra, 30 de enero)

Llegó la segunda derrota del Madrid en Liga en un partido pestoso, de pierna dura y equipo local sobreexcitado. El Real Madrid no hizo nada especialmente mal, ni tampoco especialmente bien.

La alineación de inicio sin Xabi Alonso y con el doble pivote Lass - Khedira anunciaba que hoy tocaba poco fútbol. Y así fue. Cuando el entrenador quiso poner remedio ya era demasiado tarde.

Durante la primera parte el equipo merengue llegó en dos o tres ocasiones con rápidas internadas de Cristiano Ronaldo. Por su parte, el Osasuna sólo inquietó con un remate de cabeza de Pandiani. Del resto poco a explicar: presión asfixiante de unos y otros, escaso fútbol combinativo y algunas gotas de Özil, el único centrocampista iluminado de los visitantes.

Los madridistas entraron mejor en la segunda parte, pero recibieron el gol de Osasuna y, a partir de entonces, tocó remar cuesta arriba. Hubo triple cambio con estreno de Adebayor (apenas aportó nada), entrada de Xabi en el centro (sin él es un páramo el centro del campo blanco) y Kaká, que hace mucho que perdió la tilde de su nombre y lo arrastra jornada a jornada. 

El Osasuna se dedicó a cerrarse en defensa, a perder descaradamente el tiempo y a mandar balones a Aranda, que los aguantó con oficio y calidad. El árbitro cosió a tarjetas el equipo local con muy buen criterio. ¡Por fin un árbitro que castiga a los tramposos!

A las 9 de la noche el Madrid se distancia a 7 puntos del Barça. ¿Distancia insalvable? Con 51 puntos todavía en juego no sería sensato tirar la toalla, pero tal como está el líder, ya no se puede perder ningún punto más. Un nuevo traspié y adiós Liga.

Sevilla - Real Madrid. 0-1. (Sánchez Pizjuán, 26 de enero)

Partido serio, serio del Madrid. Soportó la presión ambiental, se mantuvo ordenado durante todo el partido y obtuvo una merecida y trabajada victoria en el partido de ida de la eliminatoria de Copa.

El papel de Arbeloa, Albiol y Xabi Alonso en defensa fue excepcional. El lateral se comió a Jesús Navas, que había destrozado al Madrid en los últimos enfrentamientos; el central salvó la gran ocasión del Sevilla; y el centrocampista cortó balones, ayudó en defensa, se incrustó entre los centrales, compensó al equipo, dio extraordinarios pases en largo y estuvo a punto de marcar un gol antológico. Sublime el tolosarra.

Özil también aportó lo suyo con su profundo conocimiento de las necesidades del equipo en cada momento. Además, interpreta el fútbol con una sutileza y delicadeza que hacen de sus movimientos elegantes interpretaciones de las diferentes suertes del fútbol. 

Benzema contestó a la noticia de la contratación del delantero que demandaba Mourinho, Adebayor, con un buen gol y un partido solidario y de entrega. A ver si la competencia activa al francés y se desata de una vez. Pocas más oportunidades va a tener en el equipo blanco.

El partido transcurrió en la misma frecuencia durante los noventa minutos. El Sevilla impotente, sin enlazar apenas tres pases seguidos. El Madrid ordenado, sus líneas compactas, la presión incansable. El gol llegó muy pronto, a los 17 minutos, en una buena jugada de Benzema, que combinó carrera, regate, engaño y remate: un gol de manual. 

La mejor noticia para el Madrid fue que únicamente concedió dos ocasiones a su rival: el remate que salvó con polémica en la línea de gol Albiol y un postrero remate de Negredo en un corner. El resto fue un mar de tranquilidad sin sobresaltos y con absoluto control de la situación en todo momento. Este fue el gran mérito del Madrid esta noche.

Y ahora toca ver la adaptación de Adebayor al equipo y, sobre todo, su aportación. Mourinho ha apostado fuerte y ha ganado por el momento su pulso a Jorge Valdano, el indigno director general del Real Madrid, pero tiene toda la pinta de que se trata sólo de la primera de las batallas entre ambos. Veremos quién gana la guerra.

Real Madrid - Mallorca. 1-0. (Santiago Bernabéu, 23 de enero)

Partido de 45 minutos. La primera parte no existió, nadie jugó. Un solitario disparo al palo de N'Sue en una contra del Mallorca y el páramo más absoluto. El césped parecía un erial sobre el que era imposible crear nada. Aunque viendo al agricultor jefe que presentó el Madrid en el centro del campo, Gago, era de esperar. Este jovencito argentino parece más dotado para el tango que para el fútbol. Ese aire nostálgico que transmite haría de él una primera figura en los locales bonaerenses. Porque si hablamos de fútbol, el chico anda algo corto.

Otro que da pena es Kaká, al que se sigue esperando incomprensiblemente. Nunca llegará, se le pasó el arroz, está acabado. Goteará algún gol, nos iluminará fugazmente con alguna de sus elegantes arrancadas, se asociará de vez en cuando con otro atacante en paredes cortas y precisas, pero nada más. El gran Kaká sólo será el del Milan. El del Madrid será un prejubilado de lujo con sonrisa fetén y meteduras de pata como la crítica a su compañero Benzema.

El fútbol apareció en la segunda parte. Tampoco a borbotones, pero algo se pudo ver. Se supo desde antes de empezar este segundo tiempo con los cambios de Gago y Kaká por Xabi Alonso y Özil. La distancia futbolística entre estos dos últimos y los dos a los que sustituyeron es enorme. Xabi, a pesar de su lentitud, da salida al equipo y ensancha el campo con sus pases largos. Özil es un iluminado que baila entre líneas sin pisar a nadie, ofreciéndose a sus compañeros y habilitándolos con sutiles y bellos pases. Mourinho intentó reservarlos para futuras batallas, pero debió recurrir a ellos. En cualquier caso, el técnico portugués sigue demostrando que lee bien los partidos y conoce a sus jugadores.

El gol llegó mediante ese juego de pases cortos entre líneas. En esta ocasión, una asistencia de Granero a Benzema, que se acomoda el balón con un rápido juego de pies y dispara con la izquierda sorprendiendo al portero mallorquinista. A partir de ahí más ocasiones del Madrid, dominio del equipo local y partido sosote, sólo alterado por una última ocasión del Mallorca que salvó un seguro Casillas.

Parece que este Madrid está empezando a sopesar los esfuerzos que le quedan por delante. Ya no va a tumba abierta, con ese ritmo desenfrenado de hace unas jornadas y la enorme intensidad desde el primer hasta el último minuto. ¿Bajón físico, cálculo premeditado, mera suficiencia? Lo veremos en breve. El calendario y la importancia de los partidos va subiendo de temperatura.

Almería - Real Madrid. 1 - 1 (Estadio de los Juegos Mediterráneos, 16 de enero)

Sorpresa...pero no tanto. Desde luego, a priori nadie podía esperar un tropiezo del Real Madrid ante el hoy por la mañana colista. Después de ver el partido, quizás no es tanta la sorpresa.

Al Madrid le costó meter intensidad al partido. Parecía tener claro que tarde o temprano llegaría su gol y teniendo en cuenta los esfuerzos realizados y, sobre todo, por realizar en este mes de enero con Liga y Copa cada tres días, decidió tomarse un ligero descanso. Sorprendentemente lo pagó caro con la pérdida de dos puntos que jamás debió dejarse en Almería. 

La primera parte fue sosa y con pocas ocasiones. Un poco de empuje del de siempre (Cristiano Ronaldo), unas gotas de Özil, otras de Marcelo y poco más. Del equipo local tampoco se tuvo noticias más que del bullicioso Piatti, un astuto pigmeo.

El equipo blanco dejó de sestear al entrar en el segundo tiempo. Le metió una marcha más al partido y empezó a llegar con más presencia al área rival. Sin embargo, cuando menos lo esperaba recibió un extraño gol, más por falta de tensión defensiva que por mérito del rival.

Mourinho reestructuró al equipo, que pasó a jugar con tres defensas, y tras unos minutos de dudas encerró al equipo local. Granero obtuvo el gol del empate en un buen contraataque bien interpretado por Benzema, que salió en sustitución de Kaká y lo mejoró ostensiblemente. 

A partir de entonces algunas llegadas más del Madrid, pero no excesivamente claras. Las continuas interrupciones que el árbitro permitió a los almerienses rebajaron la tensión del choque. El Madrid se empantanó y no consiguió inquietar a Diego Alves más que con algún cabezazo de Sergio Ramos y algún disparo desde fuera del área de Xabi Alonso, hoy desaparecido, y Cristiano Ronaldo.

Únicamente dos libres directos de CR7 inquietaron al Almería en el descuento: el primero parado con la mano dentro de área por M'Bomi, que el árbitro sacó fuera, y el posterior zambombazo que se estrelló en el larguero reflejando la suerte esquiva que tuvo el Madrid esta jornada, pero que en cierto modo también se buscó por no acometer el partido con la determinación y ambición de los últimos choques.

Muy probablemente el Barça quede a cuatro puntos de distancia en lo alto de la clasificación en el ecuador de la Liga. Tocará remar contracorriente, así que veremos qué remeros toman la responsabilidad de revertir la situación y cuáles deberán ser enviados a galeras a la conclusión de la temporada.

Nota post partido: se rumorea que Van Nistelrooy podría ser el '9' deseado por el Madrid para cubrir la baja de Higuaín. Nada me haría más feliz. Es un excelente profesional, un delantero voraz, una pesadilla para la defensa contraria y un tipo al que admiré en su anterior etapa en el Madrid. Ojalá venga y ponga un broche de oro a su extraordinaria carrera futbolística en el equipo de Chamartín.

Real Madrid - Atlético. 3-1 (Santiago Bernabéu, 13 de enero)

Resultado final justo, resultados parciales injustos. El enésimo ejemplo de los inescrutables caminos del fútbol. La primera parte acabó con empate a un gol, a pesar del vertiginoso juego del equipo blanco. Practicó un fútbol supersónico, increíblemente veloz. Dispuso de infinidad de ocasiones. Sin embargo, consiguió su gol en un lanzamiento de córner con un remate de cabeza de Sergio Ramos. Por cierto, ya iba siendo hora de que el vigoroso y sobrevalorado defensa de Camas anotase un gol de cabeza. Jugar de central no sólo beneficia a su equipo, hasta le da suerte.

El árbitro, a pesar de conceder el gol atlético de Forlán tras un fuera de juego del Kun, permitió el rápido e intenso ritmo de juego al no pitar chorradas y faltitas varias. Deberían proliferar en España estos arbitrajes a la inglesa. Sin duda alguna, benefician el espectáculo.

Cristiano Ronaldo se hinchó a disparar sobre la portería contraria. Con cada partido su figura se agranda. De forma inversamente proporcional, la de Benzema se empequeñece. Ni está ni se le espera. Mourinho tiene razón al pedir otro delantero centro. Probablemente le bastaría con cualquiera con un pelín de ganas. Incluso un crash test dummy aportaría más al equipo que el lánguido francés.

La segunda parte bajó en intensidad. El Atlético se replegó a la espera de su oportunidad, que casi llegó con un disparo del Kun y un remate al palo de Forlán. Los colchoneros perdían el balón demasiado rápido y otorgaban mucha posesión al Madrid. 

Salió Kaká sin aportar apenas nada más que su lentitud y su cara de niño bueno. El que no tiene cara bonita, pero sí un talento inmenso es Özil. Realizó una magnífica jugada con desborde, rápido y dulce recorte sobre el defensa y suave centro, que remató en boca de gol CR7 consiguiendo el segundo para su equipo. El tercero fue obra del propio Özil tras un regalo de la defensa atlética a punto de cumplirse el tiempo reglamentario.

Victoria fácil y buena renta del Real Madrid para el partido de vuelta, que podrá plantear a la contra en el Vicente Calderón, con espacios y equipo rival volcado, como tanto le gusta y tan buenos resultados obtiene.

Real Madrid - Villarreal. 4-2 (Santiago Bernabéu, 9 de enero)

Trepidante partido con dos partes diametralmente opuestas. Durante el primer periodo el Villarreal bailó al equipo blanco, que naufragó lastimosamente en defensa con un Marcelo muy solo y un Albiol muy lento y desubicado. Cani, Cazorla y especialmente Rossi - un exquisito y extraordinario jugador - menearon al Madrid a su antojo con pases entre líneas y a la espalda de la defensa. Fruto de ese juego combinativo llegaron sus dos goles, obra de Cani y Marco Rubén. 

Lo único positivo del Madrid en la primera parte fue el marcador, que llegó igualado a dos tantos gracias a Cristiano Ronaldo, autor de ambos goles. La voracidad del portugués no se aprecia únicamente en sus veloces arrancadas desde cualquiera de las dos bandas, sino en las frías estadísticas: ha jugado 62 partidos oficiales con el Real Madrid marcando 63 goles. ¡Alucinante! Nunca vi nada igual. 

La segunda parte fue un monólogo del Madrid, con presión constante y numerosas llegadas al área rival. El entrenador puso de su parte cambiando de posición a Sergio Ramos por Raúl Albiol. El equipo también puso lo suyo entrando al campo con otra actitud. Di María volvió a ser la guindilla que acostumbra, Xabi movió a sus compañeros con cambios de juego y pases en profundidad, Marcelo adelantó su posición y llegó al área rival con asiduidad, y Cristiano Ronaldo percutió una y otra vez hasta conseguir adelantar a su equipo en el marcador a falta de diez minutos para el final.

El gol define perfectamente lo que es este infatigable competidor: primer remate fallido, recuperación inmediata de la verticalidad, porfía de la posición ante la defensa rival, dominio de los espacios, giro endiabladamente rápido de 180 grados y remate con su pierna izquierda ajustado al palo. Todo ello gracias a su gen competitivo y a un físico privilegiado que le permite hacer casi cualquier cosa.

La guinda se la ofreció en bandeja de plata CR7 a Kaká para que se congraciase con la afición y recuperase el ánimo tras su larga baja por lesión.

El Madrid consiguió derrotar al mejor equipo que ha pasado este año por su estadio de largo con algo de fútbol, mucho del portugués y toda la pasión y la casta que tanto gusta a su afición.

Real Madrid - Sevilla. 1-0. (Santiago Bernabéu, 19 de diciembre)

La ausencia de Xabi Alonso y la lamentable actuación arbitral abocan al Madrid a la heroica, donde tan bien se mueve en ausencia de fútbol.

El centro del campo blanco naufragó sin el tolosarra, algo sospechado desde tiempo atrás. Ya el año pasado cayeron eliminados en octavos de la Champions con el Lyon sin poder contar con la participación de Xabi Alonso en el partido de vuelta. En definitiva, no hay sustituto en la plantilla para él. Sin el concurso de Xabi, el Madrid no carbura y funciona a fogonazos.

El Sevilla tampoco ofreció mucho, sobre todo, en ataque. Aún así dispuso de dos ocasiones con 0 – 0 en el marcador, un cabezazo de Escudé que se escapó por poco y un mano a mano con el portero desperdiciado por Negredo.

La primera parte fue espesa y sosa por ambas partes. La segunda se fue encabronando poco a poco, por obra y gracia de un inútil con silbato, que desquició al equipo local con decisiones erróneas (expulsión a Carvalho y penalti no señalado sobre Granero) y un resorte tarjetero inusual que se ensañó con el Madrid.

En esa vorágine de poco fútbol, muchos nervios y más protestas, emergen los jugadores con carácter. Di María no se escondió y porfió hasta conseguir un bonito gol: un remate sin ángulo tras engañar al portero sevillista. De aquí hasta el final, más tensión, más tarjetas…nada de fútbol.

¿A quién apuntó Mourinho en la rueda de prensa con ese dardo envenenado lanzado al club? Parece evidente que a la dirección deportiva. Jorge Valdano nunca debió formar parte del segundo proyecto de Florentino Pérez, que nació con ese pecado original. Cuanto antes se quite ese lastre engominado y cursi de encima, mejor le irá al club de Concha Espina.

Zaragoza - Real Madrid. 1 - 3. (La Romareda, 12 de diciembre)

Otro entrenamiento más. Apuntaba a partido duro contra un equipo desesperado por salir del pozo de la clasificación, pero apenas duró diez minutos su vigor. Lo que siguió fue un monólogo del Madrid.

El dinamismo de Lass bastó para dominar el centro del campo y, por consiguiente, el partido. Ni siquiera se requirió de un buen partido de Cristiano Ronaldo, aunque sí anotó un golazo de falta directa para engrosar su impresionante estadística. Ya lleva 18 en Liga. 

El primer gol, no obstante, lo marcó Özil finalizando un buen contraataque conducido por Marcelo, que jugó un buen partido. Es sintomático que Lass y Marcelo sean los destacados del equipo blanco. Revela lo poco que el Zaragoza exigió al contrario.

El partido acabó al inicio de la segunda parte con el tercer gol del Madrid conseguido por Di María tras un excelente pase a la espalda de la defensa de Xabi Alonso. El equipo local acortó distancias de penalti y se dio por satisfecho. No inquietó nada más.

Este partido se está repitiendo en demasiadas ocasiones. El Madrid vence con una facilidad pasmosa, apenas encuentra equipos que le hagan sombra. Gana porque son infinitamente mejores que sus rivales. Le sucede lo mismo que al Barça. Lo malo es que su enemigo íntimo le pasó por encima y ahora parece imposible que puedan perder puntos ninguno de los dos equipos. La Liga se está empobreciendo peligrosamente. La diferencia entre los dos grandes y el resto es abismal. Las jornadas transcurren como meros trámites a la espera del partido de vuelta en el Bernabéu. Lástima que debamos esperar hasta abril para ello. 

Real Madrid - Valencia. 2-0. (Santiago Bernabéu, 4 de diciembre)

Pues sí, hubo resaca de lo sucedido el pasado lunes. El Madrid salió cauteloso. Mourinho quitó a un delantero y puso a Lass(tre) en el centro del campo incrustado entre Xabi Alonso y Khedira. Y el Madrid lo notó en la primera parte. No carburó, estuvo espeso y expectante ante lo que pudiera contraponer el Valencia. Xabi Alonso juega incómodo entre dos mediocentros, le quitan el sitio.

Únicamente una ruptura por el centro que dejó a Khedira solo ante Guaita (un portero de apellido tan sospechoso como sus dotes para el oficio), que marró lastimosamente, y un taconazo de Cristiano Ronaldo en las postrimerías del primer tiempo que lamió el poste.

La alineación inicial dejó en muy mal lugar a Benzema, que con Higuaín lesionado era el único 9 puro de la plantilla a disposición del entrenador. Su ausencia revela la desconfianza del entrenador en el ariete francés. Sus razones tiene: a veces parece invisible en el campo, aún no ha firmado un partido redondo que acredite su condición de estrella y su indolencia es exasperante.

La segunda parte fue totalmente distinta. El Madrid empujó y empujó hasta que llegó el primer gol de la noche de Ronaldo tras un buen pase en contragolpe de Özil. ¿Cuántas veces hemos visto esta letal combinación en lo que va de temporada? 

El Valencia se quejará de una más que discutida expulsión de Albelda, uno de esos jugadores que no sabe jugar a fútbol pero que a base de testosterona, una prensa amable y ciertas dosis de violencia y carácter se ha granjeado una notable carrera futbolística, a todas luces inmerecida. En todo caso, el Madrid ya había tenido oportunidades clarísimas para haberse adelantado en el marcador antes de la expulsión. Sobre todo, una de Di María, que incomprensiblemente tira a la basura con un intento absurdo de lucimiento excesivo; y otra del voraz atacante portugués, que tropieza de casualidad en el pie del portero. Además de un penalti no señalado por el árbitro, uno de esos inútiles que devalúan la competición con su incompetencia y altanería.

El segundo gol lo consigue el equipo blanco también al contraataque, después de una buena recuperación de Lass(tre) y una eléctrica culminación de CR7. Victoria sin brillo, merecida y a otra cosa.

¿Qué sucederá a partir de ahora? El partido contra el Valencia no da pistas. El Madrid había entrado grogui en la UVI con la estrepitosa derrota ante el Barcelona tras un notable inicio de temporada. Ayer el médico le suministró antibióticos y lo mantuvo estable, pero aún debemos esperar a las pruebas de las analíticas del próximo partido de Champions (un mero trámite, pero que se juega en casa con la obligación de recuperar la buena imagen ofrecida hasta el partido del Barça) y, mucho más importante y revelador, el siguiente partido de Liga en La Romareda ante un Zaragoza con el agua al cuello. En estos duelos podremos ver de qué madera está hecho este equipo. 

FC Barcelona - Real Madrid. 5-0 (Camp Nou, 29 de noviembre)

Baño de realidad. El desconocimiento de su oficio de los laterales del Madrid y el juego de toque y preciso del Barça funden al equipo blanco.

Partido cuesta abajo del equipo local. Todo lo que les pudo salir bien les salió de maravilla y aquello que pudo salirles mal les salió igualmente bien.

Los dos primeros goles son responsabilidad de Marcelo, que no cierra como es debido y le inhabilita para jugar en el Madrid. Nada que no se supiese, pero que últimamente había quedado disimulado por sus espumosas actuaciones, más efectistas que efectivas.

El tercer y cuarto goles son obra de la extraordinaria calidad de Messi y de la defensa adelantada del Madrid. 

El quinto resume la patética defensa del Madrid: pérdida de balón en campo contrario, fuera de juego mal tirado, centrales que no muerden y Sergio Ramos que se deja robar la cartera.

Los errores de Ramos en los Barça - Madrid son recurrentes. No hay clásico en el que no se desnude su fragilidad defensiva en el lateral derecho, se nula lectura de los partidos debido a un C.I. cercano al de un mandril, la intrascendencia en el ataque de su equipo y sus malas formas con la autoexpulsión. Un jugador sobrevalorado que jamás debió durar más de una temporada en el Madrid. 

¿Qué ocurrió entre tanto? Mucho juego preciosista y demagógico del Barcelona, que será vendido como una exhibición del mejor equipo de la actualidad al mando de un magistral Xavi Hernández (¡Por favor, que le otorguen el Balón de Oro!) y un equipo, el visitante, que no compareció.

El termómetro del Madrid es sin lugar a dudas Xabi Alonso. Si aparece es buena señal: si está iluminado el Madrid carbura, si no se atasca. Si no aparece, el Madrid sufre y pierde. No miren al marcador, fíjense en Xabi Alonso, éste les dirá cuál ha sido el resultado.

¿Y ahora qué? Ahora una semana de sufrimiento. El 5-0 es muy, muy doloroso. Hay una diferencia sideral entre el 4-0 y el 5-0. El fútbol tiene estas cosas, estos pequeños matices que lo hacen tan curioso como apasionante. Aunque el resultado haya sido demasiado abultado, puesto que la eficacia del Barça en este partido ha sido elevadísima, el 5-0 es un símbolo, uno de esos resultados que no se olvidan. Por eso es aún más imperdonable el fallo de Sergio Ramos en el minuto 90 dejando a Jeffren marcar a placer. Esperemos que le sancionen duramente por su estúpido manotazo a Puyol, el Madrid vivirá más tranquilo sin su presuntuosa e inoperante presencia.

Sólo queda esperar el partido de vuelta y vengarse con una goleada igual o mayor. A pesar de la imagen ofrecida esta noche, el Madrid puede endosarle una goleada al Barcelona. Es un equipo fuerte, joven y ambicioso, que hoy ha sido superado claramente, pero que se recuperará rápidamente y afilará los dientes en el partido de vuelta esperando oler la sangre del rival. ¡Lástima que queden tantas jornadas para esa revancha!

Real Madrid - Athletic de Bilbao. 5 - 1 (Santiago Bernabéu, 20 de noviembre)

Castigo excesivo a un equipo que planteó un buen partido, sobre todo, en la primera mitad. Al minuto de juego el Athletic ya avisó de lo que iba a suceder mediante una bonita jugada de Fernando Llorente, que se exhibió durante los primeros cuarenta y cinco minutos de partido, ridiculizando a la pareja de centrales blancos (Pepe y Carvalho). Si a alguien le quedaban dudas, el riojano está para ser fichado por el Madrid. Lo tiene todo: corpulencia que le permite bajar melones y jugarlos con delicadeza, técnica que le permite deshacerse de rivales con facilidad y, sobre todo, gol, muchas variedades de gol. El del honor de su equipo lo anotó él.

El Madrid no salió arrollador como estaba acostumbrado los últimos partidos. Parecía pensar más en el siguiente partido ante el Barcelona que en el que estaban jugando. Funcionó a fogonazos, rápidos y letales contraataques que desarbolaron la frágil defensa bilbaína. Sus delanteros son tan peligrosos con espacios, que organizan la de San Quintín a la más mínima oportunidad gracias a su velocidad. El segundo gol, tras un corner lanzado por el Athletic, habla tan bien del equipo merengue como mal del bilbaíno. Tres flechas - Higuaín, Ronaldo y Di María - propulsadas por el certero lanzero Özil. ¡Qué bien mezcla la pausa del turco-alemán con la voracidad de los tres delanteros blancos!

Entre el primer gol de Higuaín, conseguido con oficio de delantero, y el segundo, Casillas realizó dos paradones a lanzamientos de Susaeta y Llorente, que ayudaron a que la noche fluyera con placidez.

El Madrid se siente a gusto cuando se toca a rebato y todos sus hombres entran en combustión. A veces juegan mejor al sprint, con la arrebatadora voracidad atacante en el entrecejo, que elaborando el juego en el medio campo. Se presenta muy interesante la batalla del Camp Nou la próxima jornada. Dos estilos de juego radicalmente distintos en su mejor versión. A ver qué apuesta futbolística sale ganadora.

El equipo visitante entró en la segunda mitad con las mismas intenciones que la primera, pero pronto se desactivó por culpa de un inocente penalti cometido por Susaeta, que transformó un inesperado lanzador: Sergio Ramos.

A partir del tercer gol, partido cuesta abajo y dos muescas más en el revólver de Cristiano Ronaldo: la primera de un obús a lanzamiento directo de falta que se traga de forma lamentable Iraizoz y la segunda de penalti. Y van quince goles del arrogante luso. ¿A quién le importa su chulería?

S. de Gijón - Real Madrid. 0 - 1 (El Molinón, 14 de noviembre)

Partido tostón, sin apenas oportunidades. Demasiado tenso desde el principio por culpa del equipo local, que estuvo toda la semana calentándolo. El Madrid fue madurándolo poco a poco, obteniendo el gol del triunfo casi al final gracias al oportunismo de Higuaín después de un buen remate de cabeza de Benzema.

El Sporting estuvo demasiado preocupado de mantener un ambiente sobreexcitado durante todo el partido, sin groserías, pero bronco, pesado, de pierna dura. El equipo visitante no rehuyó el choque. Se está endureciendo el equipo de Mourinho conforme pasan los partidos. Gana partidos fáciles de forma exuberante, y también los duros de resultado corto con oficio y entrega.

La aparición de Benzema en la segunda mitad aportó mordiente en el ataque blanco, aunque debe aportar más, mucho más. Costó un dineral, ya ha transcurrido un año desde su fichaje y apenas se le han visto cuatro detalles. Su último tren está pasando por delante. Parece que está corriendo para evitar perderlo, pero ha de apretar más y saltar sobre el tren si no quiere que se le escape definitivamente.

Una mención especial merece Iker Casillas. Ese tipo que ha levantado una Eurocopa y un Mundial como capitán de la selección española. Realizó un paradón impresionante que evitó el empate del Sporting. Una intervención de reflejos, de concentración máxima tras haber estado todo el partido vegetando. Una parada reservada al mejor portero del mundo.

 

Real Madrid - Atlético. 2-0 (Santiago Bernabéu, 7 de noviembre)

Duelo resuelto demasiado pronto. El Madrid apenas ha necesitado los primeros 20 minutos, en los que ha arrollado a su rival, para sentenciar el partido con dos goles. El primero tras aprovechar la buena presión en campo contrario del equipo, anotado por Ricardo Carvalho. Sintomático que un defensa central se adentre en el área rival a los trece minutos de partido. El Madrid es un equipo ambicioso. Sin duda el mérito es de su entrenador. El segundo tanto llega de falta: lanzamiento desde un costado del área de Ozil que se cuela manso con la aquiescencia del portero atlético. 

Reacción notable del Atlético que se adueña del balón y genera peligro en la portería blanca. Un penalti no señalado a favor del Atlético después de una clara ocasión marca el cambio de tendencia en el partido.

La segunda parte muestra a un Atlético con ganas, pero sin plan; y a un Madrid convencido de su superioridad a la espera de cazar el tercero en un contraataque. Demasiado funcionarial la actuación del equipo merengue. Contenido, seguro de sí mismo, aunque sin la pasión desatada del inicio del partido. Adormece el juego a su antojo, lo controla, lo mece hasta consumirlo por completo, pero pierde interés, se torna aburrido, tranquilo, predecible. Una pena. Se adivinaba un partido intenso, que ha acabado sin más historia que la irrefutable estadística reciente, que desnuda el complejo de inferioridad del equipo colchonero y la suficiencia del equipo blanco.

Lo más destacable de este periodo las dos voleas que se estrellan en sendos palos dibujadas por Higuaín y Forlán. Precioso gesto técnico, ejecutado con precisión y violencia que se estampa contra los límites de la portería.

 

AC Milan - Real Madrid. 2-2 (San Siro, 3 de noviembre)

Imperdonable descuido del Real Madrid. Oportunidad desperdiciada de machacar al equipo italiano, un grande venido a menos, y mostrar a toda Europa que este año va por fin en serio, que es un firme candidato a ganar la Champions.

Dominio absoluto del equipo blanco en la primera mitad con un aluvión de oportunidades - 13 disparos en 45 minutos - y apenas un par de ocasiones de Ibrahimovic, un proyecto de gran jugador que nunca lo ha sido ni lo será.

En el último minuto del primer tiempo, buena recuperación de Sergio Ramos y sutil asistencia de Di Maria a Higuaín, que ajusta al palo su remate consiguiendo el primer gol. Descanso y partido encarrilado.

Durante los primeros quince minutos de la segunda parte más de lo mismo: dominio absoluto del Madrid ante un Milan que deambula por el campo caminando cansinamente.

Entra Inzaghi en el campo y revoluciona el partido. Preocupante para el Madrid que una rata del fútbol con 37 tacos de almanaque le dé la vuelta al marcador. El primero tras un penoso y grosero fallo de Pepe, un habitual de los fallos graves. Es tan exuberante el defensa portugués del Madrid, que sus fallos también lo son. El segundo tras un clamoroso fuera de juego no señalado y un buen remate de pillo, anticipado la salida de Iker por bajo.

El equipo blanco no puede desaparecer de este modo en un partido de esta importancia, a pesar de la suerte y las marrullerías del rival. Se ha de aniquilar al contrario cuando se puede, destrozarlo, no dejar que asome la cabeza y si lo hace patearla. 

Afortunadamente, en el descuento un buen pase interior de Benzema lo aprovecha Pedro León para marcar el empate definitivo, un resultado más justo, pero totalmente insuficiente para los méritos globales del Madrid, aunque un buen toque de atención para su apagón de la segunda parte.

Vaso medio vacío: la pérdida de control de un partido completamente dominado. El propio Madrid resucita al Milan con sus fallos individuales y su displicencia contagiada.

Vaso medio lleno: sigue invicto esta temporada, está clasificado para octavos y tiene el primer puesto del grupo casi asegurado.


Real Madrid - Racing. 6 -1 (Santiago Bernabéu, 23 de octubre)

Victoria aplastante. Un único equipo sobre el campo: dinámico, intenso, afilado, demoledor. 

El Racing de Santander colaboró desde el principio adelantando la línea defensiva, dejando espacio suficiente detrás de ella para los pases al hueco a los veloces delanteros del Madrid. El primero de ellos, un largo desplazamiento de Di María a Higuaín, lo aprovechó éste último para materializar el primero con solvencia.

El segundo llegó en un robo resuelto con rapidez entre Higuaín y Cristiano Ronaldo. El tercero más de lo mismo: transición rápida y culminación perfecta del 7 madridista. A los 30 minutos estaba resuelto el partido de forma aplastante.

Se sucedían las jugadas rápidas y verticales de la línea de ataque blanca. El arsenal atacante de este equipo es descomunal. Juegan con mucha intensidad, presionando continuamente al contrario y parecen no saciarse nunca. Huelen sangre y te matan. A la más mínima señal de debilidad, abusan del contrario y lo machacan.

Al minuto de la reanudación, internada de Di María y asistencia a Ronaldo, que marca con tranquilidad. Poco después llega el quinto, cuarto del delantero portugués, al transformar a la izquierda del portero un claro penalti. Cierra la fiesta Ozil con un bonito quiebro y disparo desde el borde del área.

Aún quedaba media hora más en la que el Racing consiguió el gol del honor gracias a un rebote y el Madrid pudo oxigenar a alguno de sus jugadores dando entrada al segundo batallón: Canales, Pedro León y Benzema, los cambios habituales.

Capítulo aparte merece la actuación de Cristiano Ronaldo. Este jugador no juega al fútbol, boxea. Boxea en un ring enorme de hierba en el que jamás se sienta en ninguno de los rincones. Lo recorre de arriba a abajo, pisando la lona verde con la fuerza y la determinación de Rocky Marciano y la agilidad y el carisma de Muhammad Ali. Encara al contrario de frente, ocultando su cuerpo con astucia y soltando de vez en cuando el puño en forma de disparo demoledor que se estrella en las redes de la portería contraria como si de las costillas de su rival se tratase. Busca el KO en cada combate, no le vale ganar a los puntos. Quiere destruir al rival, aniquilarlo, humillarlo. Jamás contemporiza, siempre busca un golpe más, el golpe definitivo. Es un púgil de los pesos pesados metido a futbolista.

 

Málaga - Real Madrid. 1 - 4 (La Rosaleda, 16 de octubre de 2010)

Victoria fácil e inevitable del Real Madrid. El Málaga, con ese presidente parvenu llegado de los emiratos árabes, no es suficiente equipo para inquietar al conjunto de Mourinho.

Inicio chispeante del equipo local, motivado por el empuje del público y las dudas de Pepe al sacar el balón desde la defensa cometiendo errores impropios de un jugador de su categoría. A los 5 minutos el Madrid toma el mando del partido. De forma gradual, como si de una marea se tratase, va llegando a la orilla del Málaga: por dos veces estrella la pelota en la madera. La primera en una rápida maniobra de Higuaín con regate y disparo desde el borde del área, que besa la comisura del poste, y la segunda con un zambombazo de Khedira desde treinta metros, cuando la luz se le había apagado y no tenía más remedio. 

A la media hora llega el primer gol de la noche de Higuaín, que empalma ajustado al palo y de primeras un centro bombeado de Cristiano Ronaldo. El Málaga reacciona y crea tímidamente algo de peligro a través de Rondón, jugador más enérgico que trascendente.

A punto de llegar al descanso Welligton marra lamentablemente en el centro del campo ante Ozil, que conduce la pelota hasta el pico del área y recorta con la zurda a un defensa para asistir a Ronaldo, que viene en carrera y remata sin apenas oposición. 0 a 2 y partido finiquitado. La marea de juego compacto y sin fisuras emerge poco a poco, pero quien rompe la monotonía provocando oleaje intenso en la defensa rival son los dos protagonistas del segundo gol. La espuma blanca del mar de juego del equipo que hoy viste de negro la forman CR7 y Ozil.

Empieza la segunda parte con un penalty absurdo regalado por el Málaga, que transforma con seriedad Cristiano Ronaldo. El Málaga obtiene el tanto del honor, a través del central Kris, en un saque de esquina mal defendido en el segundo palo por Khedira. Es curioso el papel que juega el alemán de origen tunecino en el equipo. Es un secundario industrioso que acompaña a Xabi Alonso en la medular y que aporta más bien poco. Si mantiene la pelota más de dos o tres segundos se le ven sus enormes carencias en el juego.

Sin tiempo para muchas celebraciones llega el cuarto del Madrid en una buena combinación entre Ronaldo e Higuaín, que culmina éste último cruzando al palo largo del portero. Gran partido de Cristiano Ronaldo: dos goles y dos asistencias. Parece que en las dos últimas semanas ha salido del estado de ansiedad que le atormentaba desde principios de temporada después de su paupérrimo Mundial. Es un jugador extraordinario que aún debe mejorar en su conocimiento del juego. Es un magnífico solista, pero no sabe dirigir todavía al equipo. No posee las dotes de director de orquesta que sí tenía Zidane, que en su cabeza escuchaba una armoniosa melodía que sabía transmitir a sus compañeros de equipo como el mejor Von Karajan. Ronaldo, sin embargo, parece escuchar continuamente a Linkin Park tocando a rebato. Se acomoda el violín en el hombro y empieza a deleitar con muestras de su virtuosismo individual, pero no intenta combinar con la cuerda de Ozil, la percusión de Xabi Alonso o los vientos de Higuaín y Di María. Cuando aprenda a dirigir la orquesta en lugar de ser el hombre orquesta será el mejor jugador del mundo.

Hasta el final poco más: los brazos caídos del Málaga, la languidez de Benzema, las ganas de Pedro León y la vuelta del imberbe Canales.