Atlético - Real Madrid. 1-2 (Vicente Calderón, 19 de febrero)
Demasiado Madrid para tan poco Atlético. El equipo local sólo apretó durante quince minutos de la primera parte con varios claros remates de Agüero, Reyes y Godín a los que respondió magníficamente Iker Casillas. Hacía mucho tiempo que el portero madridista no ganaba puntos para su equipo. Lleva una Liga bastante plácida, extrañamente tranquila para lo que había sido su participación durante los últimos años en los que sus milagros salvaron al Madrid una y mil veces.
El Atlético es hoy y casi siempre un equipo ciclotímico, sumido en convulsiones internas y con una plantilla muy por debajo de su nombre. Prácticamente es sostenido por el Kun Agüero, una estrella de primer nivel que merece otro equipo por su extraordinaria calidad. ¿El Madrid, quizás? El duelo que mantuvo con Casillas avivó el partido en la primera mitad y le concedió algo de emoción a los últimos minutos, tras su gol postrero. Hasta entonces Iker le había amargado la noche.
El partido empezó con el Madrid enchufado, llegando con facilidad y creando ocasiones. En una de ellas, Benzema acudió a su cita con el gol puntual y con clase, picando con la derecha fuera del alcance del imberbe De Gea, después de una asistencia de Khedira, que era el miembro del trivote que más se descolgaba en ataque.
Mediada la primera mitad, el Atleti tuvo sus quince minutos de gloria en los que mereció algún gol, pero el inconmensurable Casillas lo impidió. A partir de ahí y hasta el final el partido transcurrió de color blanco. Consiguió el segundo gol gracias al estado de gracia de Marcelo y Özil, que se juntaron para centrar desde la línea de fondo el primero y rematar con precisión el segundo. El peso de ambos en el equipo aumenta con el paso de las jornadas. Marcelo es un arma letal en ataque y Özil la solución para todo: juega entre líneas, hace paredes, encuentra pequeñas rendijas en las defensas rivales, lanza contraataques, desborda con facilidad, remata a gol, asiste a sus compañeros...sólo le falta parar los penaltis. Y cuando falla, cosa excepcional, lo hace con tal elegancia que se le perdona rápidamente.
A partir del segundo gol madridista, el Atleti se ausentó del partido con una lamentable actitud y una falta de fútbol absoluta. El Madrid lo agradeció y estuvo cerca de marcar el tercero. Sin embargo, llegó el gol colchonero por obra del único jugador local que no había apostatado del partido, si bien no sirvió de nada, ya que hasta el final no volvió a inquietar la portería del Madrid.
Ahora hay un parón de dos semanas que le irá de maravilla al Madrid para recuperar jugadores y algo de aliento - si las selecciones no lo impiden en forma de inoportuna lesión - antes del tramo final de temporada en el que está todo por decidir entre Madrid y Barça. Van a ser unos meses de abril y mayo apasionantes. Hace muchos años que los dos grandes rivales no están tan bien. Promete ser un espectáculo formidable.
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