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Crónicas blancas

Sanción FIFA, buena para el Real Madrid

La FIFA ha sancionado al Real Madrid con un año sin poder fichar. Lo que aparentemente supone la guinda a la crónica de sucesos recientes del club, es en realidad la mejor noticia posible para todos sus aficionados. Por fin habrá algo de estabilidad en el primer equipo. Hasta ahora hemos sufrido la vorágine de fichajes que el presidente ha promovido negligentemente. En el próximo año ya no podrá regar su vanidad y tapar su incompetencia con adquisiciones rutilantes. Deberá vivir con lo que tiene, que es mucho y bueno, por cierto.
Así pues, un horizonte de estabilidad se abre para el Real Madrid, algo de lo que ha carecido en los últimos tiempos. Agradezcamos, pues, a la FIFA su involuntaria ayuda.
No obstante, siento escalofríos ante lo que pueda pasar en los próximos diecisiete días, periodo en el que Florentino Pérez aún podrá fichar antes de permanecer un año entero con la billetera del club en barbecho. Cerraré los ojos hasta entonces y disfrutaré del siguiente año y pico esperando que los jugadores, tan mimados algunos, y el nuevo entrenador encuentren el sosiego y el orgullo suficientes para poder dar la imagen que el Real Madrid exige.

La Décima

La Décima
La consecución de la Décima conlleva dos efectos enormemente positivos a corto y medio plazo para el Real Madrid, más allá del evidente éxito del triunfo en sí: la obsesión que el club vivía desde hace doce años, muy especialmente en la figura de su presidente plenipotenciario, desaparece de un plumazo, lo que debería conllevar un cierto sosiego institucional que permita trabajar tranquilamente en un proyecto deportivo tan ilusionante como el de la actual plantilla; el número, la Décima Copa de Europa, es tan simbólico e icónico que esta victoria hace trascender al club, ya que ningún otro ha conseguido, ni es previsible que a medio plazo ningún otro lo consiga, semejante cantidad de títulos en la competición de clubes más importante del mundo. El Real Madrid es otra cosa. Reafirma su pátina de leyenda que, independientemente de las filias y fobias que despierta un deporte tan apasionado como el fútbol, lo hace excepcional, envidiable, admirable. El famoso cántico, recientemente renovado gracias a la victoria ante el Atlético, “¿Cómo no te voy a querer si ganaste la Copa de Europa por décima vez?” es extrapolable a cualquier aficionado al fútbol. Los seguidores del Madrid entonamos orgullosos el verbo “querer”, mientras los desafectos o incluso los más enconados rivales usarán en su lugar los verbos “admirar” u “odiar”, pero siempre con el evidente hecho de las diez Copas de Europa que dan brillo a su palmarés.

Además, la forma en la que se consiguió fue digna de toda la mitología que rodea al Real Madrid. No se trató de un ejercicio funcionarial de cómoda victoria, sino de una épica remontada iniciada in extremis con ese soberbio cabezazo de Sergio Ramos, el jugador que mejor encarna el espíritu ganador y la resistencia ante la derrota del madridismo. Hasta su punto de chulería es inherente a los valores del club.

Ganar diez finales de trece no es casualidad. Es un porcentaje demasiado elevado como para remitirse únicamente a la suerte, aunque ésta siempre juegue un caprichoso papel. Rematar un córner en el minuto 93 alzándose desde el punto de penalti y conectar un certero cabezazo a la base del poste de la portería contraria no es en ningún caso una cuestión de suerte. Es no querer perder, es voluntad de seguir adelante hasta el último instante, es fortaleza física, es calidad técnica, es entrenamiento incansable, es…un sumatorio de causas que buscan un objetivo: ganar. Ganar diez de trece finales disputadas de la Copa de Europa. Una barbaridad sólo reservada a un equipo mítico, a una camiseta que insufla ánimos a los que se la enfundan del mismo modo que intimida a los que se enfrenta en los momentos cumbre de este deporte. Por eso Sergio Ramos busca el centro de Modric con esa determinación. Por eso el aguerrido Godín pierde la marca en el momento más inoportuno ante la involuntaria pantalla de Morata y Tiago llega tarde a cubrir a su compañero. Por eso Di María, cumplido el minuto 110 de partido, inicia un imparable eslalon en el centro del campo que remata con el alma y el rechace es ejecutado con la cabeza por el hasta entonces errático Bale. Porque el Madrid es otra cosa, algo muy cercano a un mito, un equipo que juega con el viento de su historia a favor.


El fracaso de Florentino

El fracaso de Florentino

Florentino Pérez, que se cree una reencarnación mejorada de Santiago Bernabéu, ha vuelto a fracasar por enésima vez. Porque no nos engañemos, Florentino vive para y por su megalomanía: el único objetivo que le satisface es la consecución de la Champions. Por ahora, Santiago Bernabéu, 6; Lorenzo Sanz, 2; y él sólo 1. Esta clasificación le mortifica. Al menos, necesita tener en su casillero tres Champions. Él se ve como el gran presidente del Real Madrid que lo introdujo en la modernidad manteniendo su excelencia deportiva, y quiere que así se lo reconozca la historia. Sin embargo, le faltan títulos para lo segundo.

Cierto es que su gestión económica parece impecable, que ha dotado al club de una dimensión empresarial acorde a los tiempos y que ha situado la "marca" (¡qué poco me gusta esta palabra eminentemente mercantil!) Real Madrid en lo más alto. Por eso volverá a ganar las elecciones (si hay, que parece que no) a la presidencia del club. Y yo me alegraré, puesto que después de haber vivido a un presidente señorito (Mendoza), a uno casposo (Sanz) y a otro sinvergüenza (Calderón), Florentino me merece un respeto y me ofrece cierta tranquilidad.

Pero un club de fútbol, y más todo un mito como el Real Madrid, no es sólo una empresa, sino un depositario de sentimientos e ilusiones de millones de aficionados que se desviven por su equipo, que disfrutan y padecen con su devenir deportivo, independientemente de cómo vayan las finanzas. Y esos sentimientos e ilusiones deben ser defendidos y honrados por su presidente.

Florentino no puede convertir al club a su imagen y semejanza, no puede estar cambiando constantemente de política deportiva. Jamás debió abdicar y ceder todo el poder a un entrenador incendiario, mercenario y ególatra como Mourinho (¿alguna vez hizo eso con un alto ejecutivo de su empresa, ACS?); y ahora volver a contratar a uno manejable y facilón como Ancelotti. Resulta imperdonable que no haya salido a la palestra a defender a un mito de la historia del club como Iker Casillas, a la sazón capitán de la primera plantilla de la cual él es el máximo mandatario.

Sus logros en forma de títulos son muy mediocres, exceptuando la etapa de Vicente del Bosque que arbitrariamente finiquitó por tratarse de un señor poco glamouroso. A partir de entonces ha dado tantos bandazos que ya no sabe qué inventar: Zidanes y Pavones, Galácticos, clase media, españolización impostada de la plantilla...Sinceramente, creo que con la única con la que se encontró cómodo fue con la de los Galácticos, porque a él la cantera, aunque de cara a la galería dice lo contrario, nunca le ha puesto. Cosas de los megalómanos: se sienten poco interesados por el trabajo sordo y diario; prefieren los fogonazos repentinos, acaparar los medios con fichajes imposibles, aunque su rendimiento pueda no ser el adecuado. 

Y en estas estamos, ante un nuevo desafío y, lo más inquietante, ante la necesidad que siente Florentino Pérez de reinventarse de nuevo tras el más sonado fracaso de todos: el bluff de la tercera temporada de Mourinho sin ningún título importante y dando la sensación de histeria colectiva. 

No obstante, tengo la certeza de que, si consigue que la sensatez se imponga por una vez en sus decisiones deportivas, tiene un futuro a corto y medio plazo extraordinario. Renovando a Cristiano Ronaldo, jugador franquicia y de un impacto impresionante en el juego y resultados del equipo; contratando a un entrenador serio y educado; cambiando de delanteros (el depredador Falcao y el exquisito Agüero por Benzema e Higuaín); fichando a un lateral derecho de garantías (basta la apuesta de la casa de Carvajal) y convenciendo a Xabi Alonso de que aún le quedan un par de temporadas siendo el faro del centro del campo del Madrid, habría una plantilla extraordinaria sobre la que construir un ilusionante proyecto para la temporada que viene. Y si de guinda quiere regalarnos a Isco, bienvenido sea. Ahora bien, como se empeñe en fichajes carísimos y de dudoso rendimiento como Bale y Neymar, volveremos a las andadas. 

Florentino Pérez tiene el juguete más increíble del mundo en sus manos. Lo ha roto infinidad de veces, pero los Reyes Magos siguen regalándoselo año tras año. Haría bien en tratarlo como se merece, ya que somos millones y millones los niños que nos morimos por jugar con su juguete y, lo que es si cabe aún más importante, parte de nuestra felicidad e ilusiones dependen de cómo juegue el afortunado y caprichoso presidente del Real Madrid.

Por favor, no inventes. Sigue y honra la historia del club y los resultados llegarán más pronto que tarde. Así conseguirás tus ansiadas Copas de Europa y nosotros, los devotos seguidores madridistas, recuperaremos nuestro orgullo ganador. 

El fracaso de Mourinho

El fracaso de Mourinho

El entrenador top que fichó Florentino como Mesías ha resultado ser un fracaso estrepitoso. El adalid del currículum, el obsceno exhibidor de títulos personales, el autoproclamado ganador eterno muestra una hoja de servicios, tras tres años en el mejor club de fútbol del mundo, escasamente brillante: apenas una Liga y una Copa. Patético, frustrante, decepcionante, ridículo. Porque, evidentemente, la vara de medir para valorar su trayectoria debe ser la que él mismo ha usado hasta la saciedad siempre: la de los títulos. Nada más y nada menos que aquello por lo que él se vanagloriaba rueda de prensa sí, rueda de prensa también.

Pues bien, a pesar de disponer de una de las dos mejores plantillas del mundo, de poder gastar sin medida en fichajes de reservas, de disfrutar de poderes plenipotenciarios concedidos por su apocado presidente y, sobre todo, de poseer los conocimientos futbolísticos jamás atesorados por gurú alguno del fútbol, su rendimiento ha sido tan mediocre como el de cualquier entrenador del montón. Siempre, claro está, bajo el prisma de su propia forma de juzgar: ventajista hasta que se ha vuelto en su contra.

Ni siquiera juzgo su política de tierra quemada, sus continuos desplantes a prensa y aficionados, su intolerable trato a Iker Casillas, su revanchismo macarra con los disidentes de la plantilla, sus ataques al pobre Toril, su comportamiento chulesco y provocador en la sala de prensa, su incompetencia en los partidos importantes de semifinales de Champions o en esta última y lamentable final de Copa. Todo esto y mucho más lo dejo a un lado. Corro un tupido velo. Así pues, lo valoro por lo que él siempre se ha hartado de cacarear a los cuatro vientos como sus extraordinarias virtudes:

- los títulos: queda dicho, muy pobre. No ha conseguido su ansiada "tercera" (jamás habló de la "décima" del Madrid), de modo que esta herida quedará siempre en su currículum y le sangrará de por vida. Al menos, nos queda el consuelo a los madridistas de que ese rencor que nos guardará de por vida por no haber caído genuflexos a sus veleidades megalómanas avivará el dolor de esa llaga que jamás se le cerrará. 

- la defensa del vestuario: prácticamente ningún jugador le habla. Incluso los más fieles le han abandonado en público como el caso de Pepe. Así que esa fama de gran gestor de grupos humanos, de saber llevar a las estrellas con guantes de seda y hierro a la vez, de extraer lo mejor de cada uno de sus jugadores es una gran mentira revelada de forma tan cruda como evidente en el actual clima volcánico del vestuario del Madrid.

- el gran motivador: en efecto, el mayor motivador de todos los tiempos. Un entrenador que no es capaz de que sus jugadores salgan al partido de ida de unas semifinales de Champions (ante el Borussia esta temporada) con el cuchillo entre los dientes. Eso sí, acabado el partido y ante la prensa les señala groseramente.

- el entrenador top: pues tampoco. En el verdadero club top por historia, títulos y seguidores es incapaz de estar a la altura de su grandeza obteniendo resultados mediocres y comportándose como un niño mimado pirómano.

- la honestidad y la franqueza: dos virtudes verdaderamente top en una persona, si realmente las posee. Jamás ha ido de frente, ni con el club que le paga cantidades astronómicas de dinero, ni con los capitanes del vestuario que se han comportado de forma impecable puertas hacia afuera. Siempre ha jugado con dos o tres barajas, usando a la prensa y al entorno según su conveniencia, y actuando de forma ventajista e hipócrita permanentemente. Además, se comporta como un pelota con los jefes (presidente y director general) y como un tirano con el resto de iguales o subordinados, propio de una persona deleznable y mezquina. 

Mourinho - el ganador, la gran mentira, se ha desenmascarado él mismo de forma patética durante los últimos meses dejando bien a las claras qué es lo que en realidad están contratando aquellos clubes que aún muestran interés en sus servicios. A partir de ahora ya no podrán sorprenderse presidentes y directivos si constatan que en realidad han contratado a un simple buen entrenador con infinidad de contraindicaciones, que causa infinidad de daños colaterales. 

Real Madrid - Barcelona. 2-1 (Santiago Bernabéu, 2 de marzo)

En el derbi más soporífero de los últimos años, en el que ninguno de los dos equipos quería jugar, se impuso el menos indolente. El Barça debe acudir urgentemente al diván, porque perder ante un Madrid sin Xabi Alonso y con apenas 30 minutos de Cristiano Ronaldo sólo está al alcance de los equipos de primera ronda de la Copa del Rey.

El Madrid se presentó con un equipo poderoso atrás e intrascendente de mediocampo hacia adelante. Modric volvió a demostrar que no es digno de un equipo grande, Benzema quiso mostrar a la DGT su insoportable lentitud a pesar del gol servido por el meritorio Morata, y Callejón correteó su escasa calidad como siempre. ¿Kaká? Bueno, se debió quedar rezando en el vestuario. 

Y el Barça, ¿qué? Pues lamentable. Únicamente generó una ocasión de gol. Sorprende el patético desempeño de este equipo en los dos partidos de esta semana. Sobre todo, teniendo en cuenta su papel dominante en el fútbol europeo durante los últimos cuatro años. La baja (y la baja forma el martes) de Xavi se nota demasiado en el conjunto culé. Thiago perdió balones imperdonables: el primer gol madridista es de él, no del rápido (en la M-40) delantero francés. ¿Messi? Es un gran chico: en la semana en la que Maradona dice que él ha sido mejor que Messi, éste último no quiso contradecirlo. 

La primera parte transcurrió entre la insoportable levedad del tiqui-taca inocuo barcelonista y los dos goles anotados en acciones aisladas. Ni siquiera hubo faltas alevosas por parte de Pepe ni fingimientos ridículos de Pedro o Jordi Alba. El árbitro nos hizo un enorme favor a todos no prolongando el pestiño de esta extraña sobremesa.

La segunda mitad amaneció igual de gris hasta que Cristiano Ronaldo entró en el campo y desperezó a su equipo. Es tal la influencia del delantero portugués que el Madrid tomó la iniciativa por puro contagio de su jugador franquicia y por la insospechada hasta hace un par de semanas apostasía culé. CR7 martilleó la portería de Víctor Valdés desde el lanzamiento de falta y Morata pudo obtener su primera portada grande si llega a embocar un excelente pase de Pepe. Así las cosas, cuando los dos hubiesen firmado gustosamente el empate a nada, Sergio Ramos se elevó por encima de Piqué (otra vez, como Varane el martes) y consiguió el gol de la victoria en un extraordinario remate de cabeza en un córner lanzado con tibieza por el tibio pie del tibio y carísimo croata.

Victoria clara, suficiente y reveladora del estado de ánimo de ambos equipos. Ahora toca el redoble de tambores en Manchester, donde la temporada se asoma al desfiladero de la eliminación sin que lo ocurrido en estos dos partidos ante el Barcelona pueda servir de enjuague si no se concreta con la clasificación a cuartos de la Champions.

 

Real Madrid - Borussia de Dortmund. 2-2 (Santiago Bernabéu, 6 de noviembre)

Sin duda Mourinho estuvo ayer preparando el partido contra el Borussia. No pudo acudir al acto en la Ciudad Deportiva del Real Madrid porque estaba estudiando cómo conceder ¡2 goles! al Borussia tras un cabezazo en prolongación de Levandowsky al más puro estilo inglés. Una jugada inventada allá por 1890. ¡Alucinante! Se les debería caer la cara de vergüenza al entrenador del Madrid y a la defensa en pleno por su patética interpretación del a-b-c futbolístico.

Para colmo de males la actuación del acorazado blanco en la primera parte fue deplorable. Fue dominado por el dinámico equipo alemán de cabo a rabo. El gol de Pepe fue fruto de la más injusta casualidad, tan habitual en el fútbol como en la vida. El candidato a ganar la Champions año tras año no ofreció respuesta alguna. Modric firmó su sentencia de muerte ante millones de espectadores. ¿De verdad jugaba en la Premier League este cursi? ¿Por qué se desenvuelve a tres velocidades menos de lo que requiere el partido? ¿Qué aporta? ¿Qué roba? ¿Qué defiende? ¿Qué combina?Vale, sí, es elegante. También lo es Nati Abascal y no juega en el centro del campo del Real Madrid. En fin, Coentrao + Modric = 60 millones de euros. Falcao, vente "pa'cá" y líbranos del torpe y del cursi. Total, no hace falta media, te mandamos un melón y ya lo meterás en la portería. 

Afortunadamente, el segundo tiempo redimió en parte (lo justo, no más) al Madrid. Al menos la actitud fue mejor. Callejón, que entró por el lesionado Higuaín, se puso las pilas y generó buenas ocasiones, incluso un gol mal anulado. Cristiano Ronaldo, no obstante, no cambió en nada. Continuó con su esperpéntica actuación, la peor de cuantas le haya visto: ni un buen control, ni un regate, ni un remate aceptable, ni un pase con sentido, ni una decisión acertada...únicamente permitir a Özil lanzar la falta que supuso el empate. Un gol importantísimo en el devenir de la liguilla y delicioso en la ejecución: sutil, delicado, poético. Sin Özil habría fútbol, pero sería mucho más aburrido. El alemán ilumina las noches más oscuras con su clase, de una fragilidad etérea, inasible, maravillosa...

Eduardo Galeano hablaba del 0-0 como el peor de los resultados posibles: dos bocas abiertas, dos bostezos. Pues bien, los dos goleadores del empate final, Özil y Götze, llevan ese empate ignominioso en sus apellidos, aunque con la diéresis a modo de pimienta, que no es otra cosa que la alegría del gol en el fútbol. Por eso, Ö-Ö no es lo mismo que 0-0, sino todo lo contrario: asombro, sorpresa, deleite. Viva el fútbol con diéresis, con imperfecciones, sin entrenadores estreñidos. Viva el camaleón turco-alemán, que dormita durante 89 minutos y emerge salvífico al final para endulzar una tarta de hiel. 

Rayo Vallecano - Real Madrid. 0-2 (Vallecas, 24 de septiembre)

"¡Qué pereza! Ir a Vallecas ¡y por dos veces! Si es que es normal lo del apagón. En una barriada obrera no se puede esperar más. En "La Finca" o en "La Moraleja" esto no hubiese pasado". Probablemente, éste fuera el pensamiento de gran parte de la plantilla del Madrid y de la directiva en pleno. Pero la vida es así. Se ha de bajar al fango de vez en cuando. A las cinco de la tarde te ves tumbado en la piscina al lado de Irina Shayk y a las nueve y media estás esperando a que se enciendan los focos en el vestuario de un equipo de barrio.

El caso es que a la segunda fue la vencida. Y esta vez sí que el Madrid entendió la importancia del partido, el escenario y el equipo rival. Nada de relajación, nada de brillantez. Un simple ejercicio de profesionalidad. Concentración atrás y balones en largo, que el campo invitaba a ello. 

Bien pronto se adelantó el equipo pijo. Buena internada de Di María, pase preciso y gol a placer de Benzema. El equipo pobre respondió con su única ocasión (doble) del partido, pero Iker y, sobre todo, Xabi Alonso desbarataron el sueño obrero vallecano. La banca siempre gana. Es lo que hay. Más en estos tiempos.

A partir de entonces, poco que explicar. Contra tras contra del BBVA hasta que el BCE (mediante su árbitro) decretó cobrar el primer plazo de la deuda: penalti y golito para calmar a los mercados, que en el caso del fútbol es la suma de los megacracks del momento y sus especuladores representantes. 

Real Madrid - Manchester City. 3-2 (Santiago Bernabéu, 18 de septiembre)

Pues físicamente no hay ningún problema, todo lo contrario. ¿Y lo de la actitud de los siete con la cabeza en otro sitio? Nada que objetar al despliegue ofrecido en este partido. Lucharon hasta la extenuación del primer al último minuto. Lo de Di María ha sido alucinante. El único ausente ha sido Sergio Ramos, sentado en el banquillo por su taciturno entrenador; pero es que se rumorea que está con Pilar Rubio...como para tener la cabeza en defender a Tévez, ¡no te jode!

Y entonces, ¿qué pasa en la Liga? Una respuesta bien sencilla: falta de motivación y suficiencia. Nada que no se resuelva con un partido de suplente y una indecorosa desventaja con el Barcelona. 

¿El partido de esta noche? Porque...¿se ha jugado esta noche o en una brumosa noche de 1985? ¡Illa, illa, illa, Juanito, maravilla! ¿Se lo cantaban in memoriam o estaba jugando el 7 del Madrid? ¡Ah, no! Que con el 7 jugaba ese jugador del Cristiano United. ¿Pero no ha sido el héroe al anotar el gol que culminaba la remontada en el descuento? ¡Qué va! Ese gol lo ha marcado Juanito. 

Me froto los ojos. Vuelta al pasado. Pero no es 1985, sino mediada la segunda parte en la primera jornada de la lustrosa Champions de 2012. Hasta entonces monólogo del Madrid: ocasión tras ocasión, porcentaje de posesión elevadísimo, intensidad en todas las facetas del juego, exceso de músculo en el centro del campo, Higuaín en versión 2008 fallando todo lo que remataba, Varane despuntando celoso del éxito con las mujeres de Sergio Ramos, Arbeloa sorprendentemente omnipresente...En definitiva, el Madrid industrioso que tanto gusta a Mourinho. Pero, de repente, una contra más que anunciada de Yaya Touré, que habilita a Dzeko (un pestiño de delantero de fama inmerecida) al borde del área. Se detiene el tiempo: la jugada mil veces vista, un atacante solo ante el ángel Casillas, que se agranda inconmensurable y para por enésima vez lo imparable. Pero ¡no! El tiempo continúa, el ángel se desvanace, se vence lastimosamente ante el remate melifluo del delantero bosnio. ¿Dónde está el ángel? ¿Por qué no aparece? Se fue dejando una preocupante languidez en Iker, otrora orgulloso capitán.

Toca echar veinte años atrás. ¿Quién mejor que un maestro del desorden táctico? Marcelo lo intenta por dos veces con dos duros diparos desde fuera del área. A la tercera va la vencida. La menos bella, la más afortunada, pero gol al fin y al cabo. La historia se repite: el Bernabéu de las grandes ocasiones, el Madrid de las remontadas mágicas europeas. Chorreo de ocasiones. Cinco minutos infernales para el City, que apenas sale de su área. Sin embargo, una sucesión ininterrumpida de errores defensivos durante dos largos minutos acaba en el 1-2 a falta de cuatro para el final. ¿Se puede ser tan contumaz durante 120 segundos y seguir considerándose un gran equipo? Cinco minutos después nadie se hará esta pregunta. Ventajas de vivir en el pasado, en 1985. Nadie se acuerda de los detalles embarazosos.

1985: Minuto ochenta y pico, Benzema recibe al borde del área, se gira y ajusta un disparo al palo consiguiendo la igualdad en el marcador. Empate y a Dios gracias. ¡Eh, tíos, que es 1985! ¡Vamos, vamos! Tiempo de descuento: el 7 del Madrid (Juanito esta noche, el chico del Cristiano United en la actualidad) engancha un balón en el pico del área, amaga hacia afuera, chuta defectuosamente y logra el tanto de la victoria. No ha sido él, ha sido el 7 del Madrid: Juanito. Éxtasis, tres puntos y vuelta a 2012. El 7 no es Juanito. El entrenador no es Molowny. El Madrid es el Madrid. 

 

Real Madrid - Levante. 4-2 (Santiago Bernabéu, 12 de febrero)

Espléndido partido para poner tierra de por medio con el Barcelona. Juego rápido, combinatorio, infinidad de ocasiones...velocidad y clase aunadas a la perfección para conseguir una victoria inapelable.

El Levante, no obstante, puso de su parte para complicarle la vida al Madrid. Marcó en una falta mal defendida (la enésima en lo que va de año) nada más comenzar. Tocaba remontar otra vez. No hubo ningún problema. Los blancos se pusieron a tocar y tocar. Özil es el faro que ilumina el ataque madridista. Si además le unes los dos centrocampistas creativos de la plantilla, Xabi Alonso y Granero, el caudal de juego aumenta exponencialmente. Las ocasiones se sucedían una tras otra. Higuaín, Cristiano, Coentrao y Benzema dispusieron de varias opciones de gol. Los cambios de juego de Xabi y el juego en corto de Granero favorecían las llegadas al área rival. El Levante se defendía con bastante rigor, aunque apenas disponía del recurso de Kone en punta para desahogar su juego. Los locales acogotaron al equipo granota hasta que Iborra se hizo el harakiri con un penalti evidente y la consiguiente expulsión. Cristiano Ronaldo marcó sin contemplaciones.

Reanudado el juego en la segunda parte, pronto se decantó el partido gracias a un magnífico centro del Pipita que cabeceó a placer el delantero portugués. Al poco tiempo, el voraz hacedor de hat tricks logró otro de un extraoridnario disparo, que no sé si calificar de misil borracho o de churro intencionado. Da igual, fue la sentencia y el tanto veintisiete en Liga de Ronaldo. 

Los levantinistas todavía hicieron honor a su cuarta posición con un segundo gol conseguido en un magnífico contraataque. Es curioso que el Madrid encajara los dos goles con dos de sus grandes armas: el balón parado y el contraataque. Poco importó, en seguida Benzema se encargó de cerrar definitivamente el partido con una rosquita con la derecha, paradigma de la clase que atesora el francés.

A partir de entonces, un sinfín de ocasiones clarísimas de los locales y una delicatessen de Özil en forma de túnel al armario Ballesteros y remate al palo, que impidió que el estadio se entregase genuflexo al turcoalemán. Es absolutamente maravilloso este chico. En el juego arrollador y bravo del Madrid es una delicia disfrutar de su sutileza. Es el contrapunto necesario y elegante a la desmelenada velocidad e intensidad del Madrid.

Diez puntos por encima a falta de 16 jornadas por disputar. Mucho por delante todavía, pero muchísima ventaja para un equipo tan fiable como el Madrid. Sorprendentemente, a principios de febrero la Liga parece más fácil que nunca. 

F.C. Barcelona - Real Madrid. 2-2 (Camp Nou, 25 de enero)

El mundo al revés: el Madrid quitando la pelota al Barcelona en muchas fases del partido, presionándolo arriba y acogotándolo tras el empate en el mismísimo Camp Nou. Inexplicable. Absolutamente inexplicable después de presenciar el pestiño del partido de ida por parte del Madrid. Pero como el fútbol es tan extraño como inesperado, los dos equipos brindaron un espectáculo soberbio. Cada uno con sus armas, cada uno tratando de imponer su estilo. Al final ambos quedaron contentos. El Barcelona por haber obtenido la clasificación y el Madrid por haber limpiado su lamentable imagen de la ida.

El partido comenzó al galope desde los primeros instantes. Piqué, todavía saboreando el beso de despedida de Shakira, falla estrepetisomente dejando un balón franco a Higuaín, que como no tiene a nadie que le bese o eso parece, manda el balón a Murcia para no tener que celebrar el gol solito. La presión madridista desactiva al Barça y gotean las ocasiones: un disparo de Cristiano Ronaldo que para sin querer Pinto, un nuevo robo de balón de Higuaín que saca Pinto con el pie y un disparo desde Estambul de Özil que da en el larguero y en la línea de gol. El dominio es absoluto durante los primeros treinta minutos. Sin embargo, transcurrida la primera media hora, el Barça empieza a triangular y a tener más el balón. En los últimos minutos de la primera parte llegan los dos goles del Barcelona. El primero tras la típica internada de Messi por el centro que causa el pánico en la defensa blanca, perdiendo Arbeloa la posición para que Pedro reciba la asistencia del genial Messi y marque a placer desde dentro del área. El segundo tras un rechace de una falta lanzada en el minuto chorrocientos del descuento, que Alves engancha con una violencia y precisión increíbles. Dos a cero y al vestuario con cara de gilipollas. Por cierto, Lass mereció ser expulsado por imbécil al cometer una falta innecesaria y evidente al borde del descanso. 

El Madrid volvió a comparecer en la segunda mitad con vigor y ganas de intentarlo. El Barça respondió con las mismas ganas al envite blanco. En ocasiones con la verticalidad de Messi y Pedro, y en otras con su fútbol narcotizante de pases y más pases en corto al primer toque. El histriónico delantero portugués consiguió el primer gol gracias a una buena asistencia de Özil (gran partido del alemán) y a un buen regate al portero con rápido remate posterior. A los pocos minutos Benzema puso pimienta al partido y, por consiguiente, a la eliminatoria con un gol lleno de clase: sombrero a Puyol y volea a la red. El Barça, por fin, sentía miedo ante el Madrid. El mundo al revés. Los blancos siguieron intentándolo, pero sin crear ocasiones claras de gol; y los azulgranas intentaron cerrar la eliminatoria con algún contraataque más o menos claro.

El Madrid ofreció una muy buena imagen y casi todos los jugadores su mejor versión. En lo futbolístico debemos excluir a Xabi Alonso, lento e impreciso gran parte de la noche. Es una pena, porque su importancia en el juego es fundamental. Además, lleva varios partidos a un nivel muy bajo desde la vuelta de Navidades. En lo extradeportivo debemos exceptuar, una vez más, a Pepe. Aunque no fue el asesino en serie de otros encuentros, sí que fingió y exageró las faltas que cometieron sobre él y largó un manotazo evitable a Cesc. Deberían echarlo del Madrid. Es un impresentable incorregible. 

Esta vez sí que el Madrid fue superior al Barça. Pudo confrontar sus armas a las de su excelso rival en el campo de éste último, por lo que imagino que jugadores y cuerpo técnico saldrán satisfechos del Camp Nou. A ver si de una vez por todas empezamos a ver sonrisas en los jugadores y, sobre todo, en el entrenador del Madrid. 

Y ahora a centrarse en mantener la ventaja en la Liga y a pasar eliminatorias de Champions hasta encontrase de nuevo con el Barcelona, del que por lo menos este partido ha servido para quitar de encima el sangrante complejo de inferioridad que atenazaba al equipo madridista en los últimos enfrentamientos entre ambos. 

Inter de Madrid - Barcelona. 1-2 (Santiago Bernabéu, 18 de enero)

Ver crónica del partido de Liga del pasado 10 de diciembre.

Y añádanle unas gotas más de racanería, toneladas de miedo y la bochornosa actuación de Pepe (en lo deportivo y en lo criminal).

Cancelen el partido de vuelta. No hace falta. Ya lo hemos visto. 

Sevilla - Real Madrid. 2-6 (Sánchez Pizjuán, 17 de diciembre)

Vuelta a la normalidad. Con la derrota del Barça aún reciente y ante uno de los rivales más fuertes de la Liga, la respuesta del Madrid ha sido contundente: ahí seguimos, líderes con cincuenta y seis goles en dieciséis partidos.

Aunque el resultado es abultado para los merecimientos de uno y otro, el Madrid jugó un encuentro muy completo, con varios registros y todos ellos a un nivel excelente.

El partido empezó movido, como todos los Sevilla - Madrid, con juego rápido y fuerte. Benzema estuvo a punto de inaugurar el marcador muy pronto. Sin embargo, fue Cristiano Ronaldo quien lo abrió tras una jugada vertical de tres toques que inició Xabi Alonso desde campo propio, prolongó Di María con el exterior entre los dos centrales y culminó el criticado delantero portugués al primer toque. Extraordinario gol, por su sencillez, por su rapidez y por su precisión.

El Sevilla pasó al ataque y dispuso de varias ocasiones. Especialmente clara fue una de Manu del Moral que sacó Iker de forma milagrosa, ayudado por el poste. Recordó mucho a una parada (probablemente la mejor que he visto en mi vida) del propio Iker a Perotti hace un par de años en el mismo estadio. La actuación del portero madridista, cuando se le necesitó, vovlió a ser soberbia, manteniendo su portería imbatida durante los minutos de asedio sevillista. 

La contundencia blanca volvió a mostrarse al final del primer tiempo. Primero con un gol de Callejón (¡qué bien aprovecha los minutos este chico!) gracias a la enésima asistencia de Di María en este campeonato. Y después con un zambombazo por la escuadra desde fuera del área de Cristiano Ronaldo. Con 0 a 3, Pepe decidió darle emoción al partido facilitando la expulsión al árbitro.

La segunda parte empezó con el Sevilla volcado creando ocasiones y facilitando el contraataque al Madrid, que en una contra espectacular sacada por Xabi Alonso, prolongada con el pecho por Cristiano Ronaldo y tocada al primer toque en profundidad por Benzema, Di María anotó con ese toque tan suyo con el exterior del pie izquierdo. El partido estaba finiquitado, aunque aún se pudieron ver cuatro goles más, dos por cada lado. El que permitió alcanzar un nuevo hat trick al delantero portugués, que le servirá para calmarse después de su deficiente clásico, el primero de Altintop con la camiseta blanca; y los de Jesús Navas y Negredo por el Sevilla.

Lo dicho, el Madrid jugó varios partidos en uno y en todos ellos salió airoso: de cara con campo por delante, defendiendo con firmeza, sufriendo y apretando los dientes con uno menos, tocando a placer y a la contra. Una excelente forma de acabar el año y resarcirse del mal sabor de boca del fin de semana pasado.

Benzema volvió a estar extraordinario a pesar de no marcar. Cristiano Ronaldo retomó su senda espectacular de registros goleadores. Arbeloa dio una lección de cómo defender. Xabi hizo lo que quiso con el balón en los pies. Di María demostró que está en un momento dulce. Marcelo ofreció su peor cara en defensa otra vez más. E Iker estuvo sublime en los momentos decisivos. Lástima que todo esto no aflorase contra el Barcelona.

Real Madrid - Barcelona. 1-3 (Santiago Bernabéu, 10 de diciembre)

Otra vez...Otra vez se truncan todas las expectativas previas. Otra vez el Barça le da un baño de realidad al Madrid, al que deja acomplejado y con la sensación de que es inferior a su rival. Ni su racha imponente de quince victorias consecutivas, ni su lujosa y extensa plantilla, ni afrontando un partido cuesta abajo en casa y con uno a cero nada más empezar consiguió el Madrid vencer al equipo culé. Además, la derrota fue inapelable. El Barça fue imponiéndose poco a poco. Primero sufriendo, después igualando el juego y el marcador y, desde el minuto treinta, siendo superior en casi todos los aspectos del juego.

El Madrid sale muy mal parado de este choque, pero tiene partidos por delante para olvidar. Incluso si gana o empata en Sevilla podrá lamerse las heridas desde lo alto de la tabla clasificatoria. Sin embargo, Cristiano Ronaldo tardará mucho más en purgar la derrota. Volvió a fracasar con estrépito en un gran partido, uno de esos en los que todo el mundo fija su atención. Dos ocasiones marradas, una de ellas clarísima; faltas estrelladas contra la barrera; ni una jugada personal digna de mención; escasa influencia en el juego. Da la impresión de que la ansiedad le puede en este tipo de partidos y nunca sabe leerlos. Sus registros goleadores son colosales, sus condiciones futbolísticas son extraordinarias, pero los grandes jugadores lo son porque aparecen en los grandes partidos. Ronaldo aún debe comparecer con asiduidad en este tipo de partidos. Por ahora es decepcionante y, lo peor, alarmantemente recurrente.

El partido se abrió en seguida gracias a un error de Valdés que aprovechó Benzema antes de cumplirse el primer minuto de juego. En esos momentos se presentía un cambio de ciclo. La vida podía ser maravillosa. Pero fue un espejismo. Al poco tiempo Messi obligó a Casillas a realizar una magnífica intervención. El Madrid seguía presionando arriba, aunque sin disponer apenas de ocasiones claras. Faltaba un punto de precisión en las transiciones rápidas, que no llegaban a concretarse. 

El Barça fue igualando el juego hasta materializarlo con el gol del empate. Un gol mil veces visto en los Madrid-Barça de los últimos tiempos: Messi en modo puñal atrayendo jugadores blancos en su avance desde medio campo y filtrando un pase en profundidad a un compañero, en este caso a Alexis. Parece mentira que la defensa blanca no cerrase bien. Pepe, tan atento y rápido siempre a las protestas y tanganas, no estuvo igual de atento al desmarque de Alexis. Los pequeños detalles marcan la diferencia entre un buen jugador y un gran jugador. En el caso de los defensas esos pequeños detalles son décimas de segundo, asociadas íntimamente con la inteligencia. Y, claro, Pepe es uno de esos jugadores lobotomizados de los que no se puede esperar más.

A partir del empate el Barça fue el amo absoluto del partido. El Madrid dispuso de alguna ocasión clara: el citado remate de cabeza a placer del delantero portugués, un remate de Kaká que saca con muchos apuros Valdés y otro de Benzema que está a punto de embocar Higuaín. No obstante, no agobió en ningún momento al Barça, que se benefició de un churrigol de Xavi y de la extraordinaria segunda parte de Iniesta.

El Barça acudió al partido como si a una cafetería se tratase. Pidió su café, echó el azucarillo blanco y espero a que éste se disolviese para tomárselo tranquilamente. Empequeñeció a su archirrival y lo bajó de las altaneras nubes a las que se había encumbrado. La realidad dice que el Barça es todavía bastante mejor que el Madrid. Una triste realidad que debe motivar a todos (jugadores, técnicos, directivos y afición) a rebelarse ante ella y darle la vuelta esta misma temporada. Tiempo hay por delante, aunque la tarea sea de una dificultad extrema. 

Real Madrid - Atlético. 4-1 (Santiago Bernabéu, 26 de noviembre)

De nuevo, el derbi de la marmota: otra victoria fácil madridista. Da igual cómo llegue uno y otro equipo al partido. Da igual lo que suceda durante el partido. Siempre acaba imponiéndose el Madrid. El complejo de inferioridad atlético es tal que salen derrotados de antemano.

Aunque el arranque atlético sembró dudas en los locales. Se posicionaron bien los pupilos de Manzano. Taparon a Xabi Alonso y evitaron la presión blanca. Al cuarto de hora se adelantó el Atlético gracias a una buena jugada de Adrián, que combinó con Diego y resolvió picando por encima de Casillas. En ese instante, la marmota parecía presagiar borrasca en el Bernabéu, pero en seguida se despejaron los nubarrones anunciados. Cristiano Ronaldo, muy activo durante la primera parte, filtró un pase al hueco a Benzema que fue claramente derribado por Courtois. Penalti, expulsión, gol y final del derbi. 

A partir de entonces el Atlético se dedicó a pegar más de la cuenta y a encomendarse a la virgen del cronómetro deseando el pitido final como único objetivo. El Madrid manejó perfectamente el encuentro. Fue aumentando poco a poco la tensión competitiva hasta que el equipo colchonero cayó de maduro. Xabi Alonso, tras el discutible cambio de Diego, se vio liberado y empezó a alumbrar el juego blanco con el consiguiente aumento de posesión. Durante la primera mitad aguantó el Atlético razonablemente bien. Apenas un disparo ajustado de Cristiano Ronaldo y otro a bocajarro de Benzema que salvó un defensa cruzándose providencialmente.

Sin embargo, en la segunda mitad el Atlético se deshizo como un azucarillo. Antes del minuto cinco, la velocidad del delantero portugués dejó en evidencia a Godín, que estuvo particularmente horrible en defensa, y asistió sin querer a Di María, que fusiló con violencia la portería rival. Curiosamente el Fideo volvió al equipo como un cañón después de su lesión muscular. Lástima que sea tan mal deportista y se pase el partido entero fingiendo o exagerando. Es exasperante su actitud llorona. A ver si consiguen educarlo y nos evita ese lamentable espectáculo "buyesco". 

El partido estaba finiquitado y el Madrid con el dominio absoluto. Salió Higuaín y anotó uno de sus goles de porfía: Godín dispuso de tres días y mil opciones para despejar un balón, pero ahí estaba Higuaín para aprovechar su indecisión. Fue un error patético, con resbalón incluido de Domínguez, que sentenció el derbi.

Con todo decidido, el Madrid se dedicó a contemporizar. El Atlético, completamente abatido, no volvió a inquietar la portería rival desde su tempranero gol. La afición se dedicó a disfrutar e, incluso, estuvo caliente gran parte del encuentro. Y así llegó el último de la noche, gracias a un penalti transformado por Cristiano Ronaldo, tras una increíble pared trazada entre éste e Higuaín, que Godín decidió afear abalanzándose sobre el Pipita. 

Con todos los madridistas celebrando la victoria, el Getafe nos regaló la segunda alegría de la noche derrotando al Barça y alejándolo a seis puntos del liderato. Noche redonda. 

Real Madrid - Dinamo de Zagreb. 6-2 (Santiago Bernabéu, 22 de noviembre)

Un partido cortísimo, de sólo nueve minutos, los que tardó el Madrid en adelantarse 3 a 0. La primera media hora fue de dominio absoluto blanco. Presionando y robando muy arriba y generando ocasión tras ocasión. El primer gol llegó en una jugada entre Özil y Benzema que culminó éste último con delicadeza. El segundo en un pase largo que cabecea Benzema y aprovecha Callejón para anotar ajustado desde el borde del área. El tercero fue obra de Higuaín, precioso. Desmarque en el pico del área del delantero argentino, balón corrido hacia la línea de fondo, recorte sobre el defensa y picadita con la izquierda sobre el poco ángulo que dejó el portero. Una delicia de gol. Cada día que pasa muestra un mayor abanico de recursos técnicos el Pipita. 

El maestro de operaciones, como siempre, fue Xabi Alonso. Su jerarquía en el campo es absoluta. Es el mariscal de este equipo. Pone a sus compañeros a remar al mismo tiempo. Se encara con el rival y discute al árbitro, siempre con el tono justo. Da pases en largo, baja a recoger la pelota, se incrusta entre los centrales, ordena sin parar al equipo. Es el verdadero referente del Madrid. Sin él, la segunda parte fue mucho más desordenada. 

El compañero del tolosarra fue el esperado Sahin, que estuvo en modo trotón intrascendente, como si de una rubia se tratase: "¿pa qué? ¿pa cagarla?" Pues eso, se limitó a dar pases fáciles en zonas no comprometidas y a ofrecerse de apoyo a sus compañeros en el centro del campo. Tuvo un par de detalles de calidad, con sendos taconazos, y mostró oficio cortando algunas jugadas con faltas tácticas cuando el físico empezó a flaquearle. No obstante, no deslumbró. Habrá que esperar para ver su verdadero nivel. 

El cuarto gol fue de Özil, ese exquisito jugador del "arranco-paro, arranco-paro" que siempre juega con esa cadencia especial de bailarín clásico. Le asistió Coentrao, que hizo una buena primera parte entrando por su banda izquierda en infinidad de ocasiones. Lass también realizó un buen papel en el lateral derecho.

La segunda parte bajó en intensidad, como cabía esperar. Aún así se consiguieron un par de goles por cada lado. El quinto de Callejón, que dispuso de tres horas para rematar blandito pero ajustado al palo del portero en un pase largo de Varane. El ex-españolista cerró una buena actuación. Incluso pudo marcar un par de goles más. Su caso anima a los chavales que practican este deporte, ya que sin ser un jugador para el Real Madrid dispone de cierta predilección del técnico y disfruta de minutos en esta extraordinaria plantilla. Y, además, lo agradece con goles y trabajo a destajo. Es el ejemplo claro de que se puede llegar lejos sin ser un crack.

El último fue obra de Benzema, tras un taconazo precioso de Higuaín, que el francés culminó de nuevo con precisión. Estuvo a punto de conseguir el hat-trick con una espectacular chilena que golpeó en el larguero. Por cierto, Benzema e Higuaín mezclaron muy bien. 

Con el 6 a 0 se esperaba un arreón final para conseguir una goleada de escándalo. Sin embargo, llegaron los dos goles del Dinamo, que no hablan muy bien de la pareja de centrales de la segunda parte. Varane tiene buena pinta. Es alto, bastante técnico, sosegado, elegante; pero le falta contundencia atrás. Albiol estuvo desafortunado: fallón en el pase, lento al corte, fuera de sitio, falto de partidos. La verdad es que esta pareja está a años luz de la formada por Pepe y Sergio Ramos o, incluso, de Carvalho.

Así pues, en este concurso de meritorios en el que salió hasta Altintop, unos lo aprovecharon más que otros, si bien todos pusieron buena actitud de su parte. El Madrid encadena una racha de doce partidos consecutivos con victoria que debe reforzar su moral ante el derbi del sábado contra el Atlético y, sobre todo, para el partido contra el Barça de aquí a quince días. 

Real Madrid - Osasuna. 7-1 (Santiago Bernabéu, 6 de noviembre)

Atracón de goles a la extraña hora del almuerzo. Celebrar un gol a mediodía es tan inhabitual que te sientes algo ridículo, aunque viendo el aspecto del estadio parece que el fútbol a mediodía es todo un acierto.

El Madrid no empezó tan fogoso como en otras ocasiones. En los primeros diez minutos apenas hubo un remate de cabeza de Cristiano Ronaldo. No obstante, el control era absoluto. Los rojillos no dispusieron del balón en ningún momento. La superioridad madridista fue aplastante de inicio a fin.

Los goles gotearon generosamente por pura y simple lógica. Ronaldo volvió a anotar un hat-trick; Higuaín y Benzema prolongaron su fructífero duelo goleador y hasta Pepe se apuntó a la fiesta en un córner. El que también hizo un hat-trick fue Di María, aunque en su caso de asistencias, las correspondientes a los tres primeros goles del Madrid. Está especialmente iluminado en esta suerte el argentino esta temporada. Lástima que se lesionase al inicio de la segunda mitad. 

El Osasuna únicamente inquietó con un gol de pillos, si bien apenas les duró un minuto la alegría. Poco después, Higuaín consiguió el tercero con un certero remate a la escuadra desde dentro del área. Antes, Özil había hecho una de sus elegantes jugadas en la banda izquierda y Di María había asistido con picardía a su compatriota. Fue el mejor gol del partido, que aunó clase, precisión, rapidez y elegancia. 

En la segunda mitad, el Madrid jugó a placer, sobre todo, tras la expulsión de Satrústegui. Consiguió marcar en otras cuatro ocasiones de todos los colores posibles: internada por banda izquierda, robo y centro desde la derecha, contraataque fulgurante que acaba en penalti y de remate por el centro de Benzema, que acomodó su cuerpo al balón que llegaba de espaldas y disparó con la izquierda con una facilidad y potencia insultantes. Si el Madrid hubiese necesitado meter diez goles, lo habría conseguido con holgura. 

Un par de apuntes para acabar: el primero sobre el esperado debut de Sahin, que se mostró participativo y con mando en el centro del campo ordenando a sus compañeros; el segundo relativo al gran trabajo de Khedira en la recuperación, que cada vez está más asentado en el equipo y ofrece un despliegue impagable a la hora de presionar arriba al equipo rival. 

 

Málaga - Real Madrid. 0 - 4 (La Rosaleda, 22 de octubre de 2011)

Partido resuelto en 45 minutos. Primorosa primera parte del Madrid que demuestra que es mucho más que un equipo preparado para el contraataque. La presión desplegada en campo rival fue asfixiante, la coordinación de todos los jugadores casi perfecta. Recuperaban el balón a 30 metros de la portería contraria una y otra vez. Sin duda, los mejores cuarenta y cinco minutos de la temporada. Porque, además, la defensa estuvo igualmente concentrada, ordenada y rápida. Sergio Ramos aumenta sus prestaciones en el centro de la zaga. Forma una muy buena pareja de centrales con Pepe.

El equipo blanco movió la pelota con criterio y rapidez, desplazando de lado a lado a la defensa malacitana. Los cambios de juego de Xabi Alonso y Pepe en menor medida; el juego entre líneas de Kaká, Cristiano Ronaldo, Di María e Higuaín; y las incorporaciones de Marcelo y Khedira desarbolaron al Málaga continuamente. El papel de Xabi Alonso y Khedira en la presión y la consiguiente recuperación de la posesión fue clave. 

El primer gol llegó gracias a un inteligente pase de Di María, que vio la ruptura de Higuaín, el cual definió a lo Ronaldo (el otro, el gordito) para proseguir con su romance con el gol. Cuando un delantero está dulce lo emboca todo. El segundo nació también de las botas del Fideo, que trazó una comba perfecta eludiendo a toda la defensa blanquiazul, que Cristiano Ronaldo (éste, el guapo, rico y gran jugador) definió al primer toque. En seguida consiguió el delantero portugués el tercer gol en una jugada personal: un par de quiebros y disparo ajustado desde la frontal del área. La guinda nos la regaló también CR7 tras un lanzamiento de corner que Sergio Ramos consiguió golpear de cabeza dejando el balón a media altura en el área pequeña. Sorprendentemente la defensa malacitana dejó nada menos que a la estrella del equipo rival sin marca en tres metros a la redonda. El guapo, rico y talentoso jugador agradeció el regalo con un acrobático escorzo y un remate con la suela de su bota.

La segunda parte tuvo historia porque el Málaga decidió no bajar los brazos y plantar batalla, pero ya estaba todo decidido. Al menos sirvió para que Casillas se apuntase a la fiesta de sus compañeros de campo deteniendo los remates del Málaga. Encima los palos estaban de su lado, ya que en dos ocasiones repelieron los buenos disparos rivales. Pero cuando los astros están alineados de tu lado todo sale a la perfección. Esa perfección que se rozó en la primera parte y que habla muy bien del fútbol del Madrid. Y esos astros que ayudaron a que Messi fallara el penalti a última hora permitiendo al equipo merengue adelantar en la clasificación al Barça. 

Real Madrid - Betis. 4-1 (Santiago Bernabéu, 15 de octubre)

Victoria fácil tras el parón de selecciones sin efectos secundarios en forma de lesión o sanción. Tarde plácida para el equipo y para la afición. Acudir al Bernabéu un agradable sábado otoñal a las seis ha de ser una auténtica gozada. Las televisiones no dan muchas oportunidades a los sufridos aficionados que acuden al estadio, así que ayer pudieron disfrutar de la excepción.

En cuanto al enfrentamiento poco hay que decir, ya que duró apenas quince minutos, los que tardó el debutante Vadillo en lesionarse. La desafortunada acción del chaval pareció deprimir al resto de sus compañeros y el Betis no volvió a aparecer más que para defenderse con más o menos orden. Hasta entonces el equipo recién ascendido había disputado el balón y el dominio al Madrid, adelantando la línea defensiva con orden y presionando muy arriba. Los locales estaban incómodos y cayeron en fuera de juego con demasiada facilidad. 

Sin embargo, a partir del minuto veinte, el Madrid engrasó la máquina y se adueñó del balón, surgiendo numerosas oportunidades desperdiciadas por Cristiano Ronaldo, Kaká e Higuaín. El gol había de llegar como consecuencia lógica del dominio y de la entidad de los atacantes blancos, pero no llegó en esta primera parte.

A la vuelta del descanso, los madridistas no tardaron ni un minuto en inaugurar el marcador gracias a un excelente pase de treinta metros de Xabi Alonso, una buena carrera y asistencia de Ronaldo y al oportunismo de Higuaín. Poco después lograron el segundo gol con un excelente remate de Kaká muy típico suyo (una precisa comba al palo largo del portero desde una esquina del área). El partido estaba finiquitado, evitando así el runrún del Bernabéu si el empate a cero se alargaba durante la segunda parte.

El Betis marcó el gol del honor tras el enésimo rebote de la zaga merengue, que últimamente parece abonada a este tipo de regalos que denotan falta de tensión y contundencia en el despeje. No duró ni un instante la incertidumbre en el marcador. El Pipita se encargó de despejarla después de un pase al hueco medido de Di María, que el delantero argentino culminó con sencillez y precisión. El último de la tarde, el cuarto, también lo anotó Higuaín, a pase de Di María, con clase y con la tranquilidad del delantero que se sabe en racha.

Pudo haber más goles. Marcelo se desató en ataque. Mourinho aprovechó para reservar jugadores clave ante el aluvión de partidos que se vienen encima. Y Xabi Alonso volvió a demostrar por enésima vez que sabe leer este deporte como pocos. Su sabiduría en el centro del campo es una garantía para el equipo. Sahin está cerca de debutar. Esperemos que no se demore mucho y que pueda ser una alternativa para Xabi, porque la Alonsodependencia en el Madrid actual es total. Se podrá ganar sin él, sin duda; pero el fútbol pasa irremediablemente por sus botas y por su cabeza.

Dos lecturas postreras: Cristiano Ronaldo está en plan asistente. Dos en este partido, a las que sumar otras dos en la anterior jornada contra el Español. Es curioso que ahora se muestre tan generoso. ¿Será porque Messi es alabado recientemente también por su vertiente como asistente? A mí me da que sí. Cristiano Ronaldo vive tan pendiente de Messi como su entrenador de Guardiola. Y, por último, aplaudir a Higuaín una vez más. Su voracidad goleadora aumenta día a día. Su crecimiento nunca se estanca, siempre va a más. Es espectacular el despliegue de este chico. No es ningún virtuoso con el balón. No tiene maneras de estrella del fútbol. Su perfil es discreto, trabajador, serio; pero sus números son demoledores. Su cabeza y su gen competitivo son sus grandes aliados. Desde la humildad, trabaja y trabaja, mejora y mejora, golea y golea. Es un ejemplo de lo que tiene que ser un jugador del Real Madrid. Me extraña que no sea adorado por la afición, porque representa uno a uno todos los valores históricos de este centenario club. 

Real Madrid - Ajax. 3-0 (Santiago Bernabéu, 27 de septiembre)

Poco fútbol para tan buen resultado. A pesar de merecer la victoria, el Madrid volvió a dar sensaciones parecidas a las de los últimos encuentros: poca posesión de balón, juego a ráfagas, fragilidad defensiva y poca intensidad.

El Ajax entró al partido presionando arriba y antes del primer minuto dispuso de una buena ocasión, que Casillas, inspirado toda la noche, desbarató con acierto. Otra vez, y por segundo encuentro consecutivo, el Madrid salió poco tensionado. El sábado, ante el Rayo, le costó un gol. Esta noche tuvo más suerte. Esa suerte que en el caso del equipo blanco suele estar muy relacionada con las actuaciones de su portero.

En ningún momento impuso su condición de local. Si bien no fue demasiado exigido, el equipo funcionó a rachas, sin disponer de un dominio continuo. Resulta sorprendente que el partido finalizase con una posesión de balón ligeramente superior del Ajax jugando en su estadio y en Copa de Europa. La baja forma de Özil se acusa demasiado, de forma que el juego de centro del campo no tiene continuidad y queda a expensas de los pases en largo de Xabi Alonso y lo poco que pueda ayudar Kaká, que parece más entonado últimamente.

Aún así, después de media hora de ocasiones por ambos bandos, llegó un contraataque blanco que fue una auténtica obra de arte en cuanto a precisión, movilidad, rapidez y ejecución. Una jugada preciosa, nacida de un robo de balón en el centro del campo, que transcurió al primer toque de inicio a fin: pared entre Cristiano Ronaldo y Kaká, continuación hacia Özil, apertura a banda hacia Benzema, que mete el balón al borde del área pequeña para que Ronaldo fusile al portero. Lo dicho, un portento de belleza y precisión. Una demostración más del demoledor contraataque de este equipo, que con espacios es letal.

Poco después Kaká anotó el segundo finalizando con un disparo desde el borde del área una jugada iniciada por Xabi Alonso con uno de sus certeros pases de cuarenta metros. Y aquí acabó el partido.

La seguda parte empezó con una larga jugada finalizada por Benzema en el tercer gol. Un tanto diametralmente opuesto al primero, fruto de una larga y paciente combinación de todo el equipo, que movió a su rival hasta encontrar el hueco por el que Arbeloa filtrar el pase en ruptura a Kaká, que generosamente asistió al delantero francés, brindándole la oportunidad de despertar de su retomada languidez.

A partir de entonces nada más reseñable salvo una excelente mano de Iker en una falta y el debut testimonial de Altintop.

¿Dónde está el juego del Madrid? Sólo aparece a fogonazos, recordando la etapa de Pellegrini en el banquillo. ¿Dónde está la solidez del equipo? En algún lugar perdido entre los follones recientes de su entrenador y el entorno mediático. Probablemente si todos se serenan, el entrenador el primero, puedan recobrar la tranquilidad suficiente para desarrollar lo que apuntaron en pretemporada y principios de septiembre. Y, sobre todo, que vuelva Özil de donde quiera que esté. ¡Mesut, por favor, muéstrate y volveré a creer! 

Levante - Real Madrid. 1-0 (Ciudad de Valencia, 18 de septiembre)

Tres puntos a la basura. Benzema, Di María, el árbitro y el otro fútbol condenan al Madrid. Imperdonable derrota ante uno de los peores equipos de la Liga. Y eso que estaban avisados del partido del año pasado en este estadio.

El encuentro tuvo un inicio cómodo, como los últimos jugados. Dominio del balón, juego en campo rival, ocasiones goteando cada pocos minutos. Vamos, que se aventuraba otra cómoda victoria blanca. Incluso Kaká parecía más entonado y no se echaban de menos a los titularísimos Ronaldo y Özil. 

Benzema estuvo especialmente desafortunado durante el primer tiempo. Tal cual empezó el partido se vio que no sería su tarde. Cualquier control se le escapaba, erraba pases sencillos y, finalmente, marró lastimosamente dos claras ocasiones casi a puerta vacía.

Poco después Di María enloqueció y provocó una tangana en la que el árbitro expulsó a Khedira de forma más que rigurosa. A partir de ahí el Levante entendió que hoy sí que iba a servir el otro fútbol y se aplicó diligentemente a ello. Por el contrario, el Madrid no ofreció respuesta a esta situación.

Con uno menos durante toda la segunda parte, el Levante supo cerrase y aguardar alguna oportunidad, que llegó con el gol de Koné a falta de veinte minutos. Ni antes ni después el Madrid supo encontrar soluciones a la cerrada defensa granota. No se profundizó por banda, no circuló el balón con rapidez y apenas se crearon ocasiones. Especialmente desafortunado se mostró Higuaín: lento, fallón y sobrepasado en todo momento.

El propio Madrid se metió en este lío. Cayó en la trampa del Levante y perdió tres puntos que seguro se echarán de menos. Y pensar que escogí ver este partido en lugar de la victoria de España en la final del Eurobasket...