Antonio Muñoz Molina
¿Por qué me gusta tanto Antonio Muñoz Molina? ¿porque escribe de fábula? Bueno, sí, claro; pero por otras muchas cosas también: por su coherencia y compromiso con sus ideas, sin necesidad de adherirse a ningún grupo del que vivir y medrar; por su tímida discreción; por su capacidad de recomendar obras, autores y disciplinas tan diversas como interesantes; y por su graciosa mujer, Elvira Lindo, cuyos libros no me interesan, pero sí sus artículos, en los que habla de su ‘santo’ con una cariñosa y burlesca naturalidad, retratando a un tipo todavía más adorable.
Sus libros están escritos con un lenguaje melodioso, sin complicadas figuras literarias ni artificios léxicos innecesarios que hagan la lectura farragosa; sino más bien ligera, casi musical. Las frases, los párrafos, los capítulos se suceden de forma suave, sin estrépito, envolviendo al lector en una agradable atmósfera que le atrae tranquilamente, de forma relajada.
Algunos de sus libros muestran evidencias autobiográficas indisimuladas como en “Ardor guerrero” o “Viento de la luna”, donde relata sus miedos, sus anhelos, sus complejos, sus sueños con una pasión y sensibilidad maravillosas. Porque se trata de un escritor con una acusada sensibilidad, pero no meliflua y cargante, sino estimulante y grata. Las mujeres que novela son evocadoras, misteriosas y turbadoras. En “Carlota Fainberg” o “Invierno en Lisboa” aparecen algunas de estas mujeres que él desea profundamente.
Sus artículos de prensa son impecables. Escritos con maestría y sin rubor de mostrar cuál es su opinión, por incómoda que sea. Rezuman libertad, independencia, conocimiento y, sobre todo, cordura a raudales.
Su talento para describir las sensaciones que le transmiten los temas que le gustan es enorme. Por eso me han resultado tan útiles algunas de sus recomendaciones. Descubrí “El pianista” de W. Szpilman, muchos años antes de que Polanski rodara su asombrosa historia, gracias a él. También leí el magistral ensayo “LTI: La lengua del Tercer Reich” de V. Klemperer tras haber leído un artículo suyo. De igual modo, su libro “Ventanas de Manhattan” me destapó infinidad de lugares a visitar en Nueva York, una deliciosa guía de viaje de la ciudad de las ciudades.
Una última cualidad de agradecer en una de las mejores plumas del panorama literario español actual es su escasa presunción. Sirva como ejemplo la respuesta que dio a la pregunta de cuáles eran sus ídolos en una entrevista: entre otros, citó a Clint Eastwood y a Marilyn Monroe, en lugar de mencionar a Russell o Faulkner, por ejemplo.
4 comentarios
Guille -
Carlos -
Guille -
En cualquier caso, "Ardor guerrero" es cojonudo.
Carlos -