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lasnochesdeMcNulty

Libros (tipos de)

Hay libros aristocráticos, con sus tapas duras y las páginas gruesas donde las palabras fluyen claras y armoniosas dictadas por grandes autores, que nos regalan novelas célebres y ensayos brillantes. Las páginas crepitan al ser pasadas dejando tras de sí un ligero aroma a bosque recién llovido. Tener uno de estos ejemplares en las manos es un placer reposado, un orgasmo anunciado, un largo sorbo de felicidad.

Otros son como viejas burguesas venidas a menos, decorados pomposamente con pan de oro y letras góticas. Huelen a rancio, a naftalina. Se hojean entre pequeñas nubes de polvo debido al tiempo que hace que nadie los acaricia con sus dedos interesados. Suelen pertenecer a colecciones antiguas de folletines rosas o historias de aventuras poco aventuradas. 

También los hay nuevos ricos: esos súper ventas de portadas coloridas que colonizan las marquesinas de las ciudades y que van envueltos con una banda de Miss en la que algún crítico a sueldo entrecomilla algún halago impostado. Tienen centenares de páginas, casi tantas como millones ha costado su promoción. Abrirlo es como abrir una caja de fuegos artificiales: muy efectista al principio, con una nube de pólvora que se desvanece poco a poco después y nada más. Apestan a golosina, a pasajera frugalidad. Sus páginas satinadas son la metáfora perfecta de su aparente brillo evanescente. 

Algunos son jóvenes y rebeldes, pequeños libros de bolsillo de pocas páginas y letra pequeña, como exhalados por algún imberbe autor que se quiere comer el mundo además de los mocos. Los hay buenos y malos, muy malos. Sin embargo, son honestos, doblan sus tapas blandas ante la adversidad y se esconden tímidos tras algún ejemplar aristocrático de la estantería como muestra de respeto y conocimiento.

Por último, existen los libros bastardos, que son hijos de autores mentirosos y tramposos. En esta categoría se engloban principalmente los libros de autoayuda y las biografías autorizadas o sin autorizar de personajes sin la más mínima condición intelectual. Sus páginas son venenosas, inoculan un veneno lento pero letal, que incapacita al lector a medio y largo plazo a poder consumir y disfrutar otro tipo de libros. 

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