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Lev Tolstói (y sus curiosos diarios)

Lev Tolstói (y sus curiosos diarios)

Lev Tolstói, considerado uno de los escritores más importantes de la literatura universal, escribió un diario a lo largo de su vida del que Acantilado ha publicado una selección estructurada en dos volúmenes: Diarios (1847 - 1894) y Diarios (1895 - 1910). ¿Qué impresión he obtenido tras leerlo? Una profunda y grata sorpresa. 

Lo escribió desde los 19 años hasta el final de sus días con algunas interrupciones, nunca muy prolongadas. De tal modo que puede apreciarse perfectamente su evolución y la de sus pensamientos. 

Lo más significativo es lo desmitificador que resulta leer sus diarios. Se muestra como un hombre lleno de contradicciones, debilidades y pequeñas miserias. Vamos, como cualquier otro hombre. Pero, claro, en este caso se trata del gran moralista Lev Tolstói, del referente de millones de contemporáneos, de la figura indiscutida del realismo literario, del adalid de la no violencia, del escritor de Guerra y Paz o Ana Karenina, del defensor de las clases oprimidas, del conde que trabajaba y vivía con sus trabajadores en su finca de Yásnaia Poliana, del cristiano crítico con las autoridades eclesiásticas, del ferviente naturalista, de una de las personas más influyentes de su época...En definitiva, uno de los grandes de la Historia, que, sin embargo, no duda en permitir la publicación de sus diarios personales, donde la imagen que ofrece de sí mismo dista mucho de la idealizada santidad que proyectaban sus innumerables seguidores. 

Por esta enorme muestra de humildad y valentía y por su profundo conocimiento de la condición humana me han impresionado tantísimo sus diarios. 

Porque evidenciar la lúbrica promiscuidad de su juventud y la lucha perdida contra la sexualidad culpable de su madurez, la inevitable ludopatía de todo insigne escritor ruso que se precie, la relación de amor - odio con su codiciosa mujer, sus luchas internas por llevar una vida coherente que predicase con sus ideas o la turbulenta relación con sus numerosos hijos es tanto como poner del revés la intimidad oreándola ante el juicio implacable del resto de mortales. Aunque poco le importaba la opinión del resto, creo yo, a Tolstói. Su único desvelo era su propio juicio. Como debe ser. Como es. Y como, desgraciadamente, pocas veces es. 

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