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lasnochesdeMcNulty

El imbécil común

El imbécil común nunca se reconoce como un imbécil; sin embargo, ve a su alrededor un montón de imbéciles. Digamos que es muy común entre los imbéciles una hipersensibilidad para reconocer a sus semejantes y una absoluta ceguera para lo propio. En cualquier caso, no debería sorprendernos, ya que el imbécil común es bobo, rebobo.

El imbécil común nace y se hace. Es decir, los hay de cuna y los hay educacionales, por paradójico que parezca. Los primeros son pobres desdichados que nacen con una carencia intelectual que les limita de por vida. Los segundos no parten con ese handicap de nacimiento, pero lo van adquiriendo poco a poco por contagio de otros imbéciles. Desgraciadamente, es tan común el imbécil común que es fácil toparse con muchos de ellos y contaminarse de su estupidez si ya eres ligeramente tontito.

Suele vanagloriarse de exagerados o imaginarios logros del pasado. Repite hasta la saciedad una retahíla de lugares comunes con impostada solemnidad. Su sentido del humor es patético y no hace ni puta gracia, pero su redomada contumacia le aboca a soltar las mismas bromas manidas y chascarrillos ridículos una y otra vez. Acostumbra a admirar desmesuradamente a alguien cercano mediante el cual proyecta su necesidad de destacar o sobresalir en algo, ya que por sí mismo es un absoluto fracasado.

Sufre de manía persecutoria: el mundo está contra el imbécil común, o eso piensa. En realidad no lo está, pero debiera estarlo porque es un lastre para todo aquel que lo padece sin ser imbécil.

La última y más dramática cualidad del imbécil común es su irreversibilidad.

2 comentarios

Guille -

Esas gotitas de humildad que permiten reconocerte como un imbécil en ocasiones son precisamente de las que carece el imbécil común, que no se reconoce nunca como tal.
Respecto al pesimista crónico no es más que un acomplejado snob que se oculta tras su timidez y aparente mala fortuna para disimular sus carencias y miedos.

Tu hermana -

Todos compartimos parte de la ceguera del imbécil común. Nos creemos más inteligentes, más educados y mejores personas de lo que realmente somos. A excepción del pesimista crónico, que se cree muy especial en su oscuridad y mala fortuna. Él es una víctima de sí mismo, es infeliz y hace infeliz, pero no se cree más inteligente, educado y mejor persona de lo que es...