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lasnochesdeMcNulty

Real Madrid - Barcelona. 1-3 (Santiago Bernabéu, 10 de diciembre)

Otra vez...Otra vez se truncan todas las expectativas previas. Otra vez el Barça le da un baño de realidad al Madrid, al que deja acomplejado y con la sensación de que es inferior a su rival. Ni su racha imponente de quince victorias consecutivas, ni su lujosa y extensa plantilla, ni afrontando un partido cuesta abajo en casa y con uno a cero nada más empezar consiguió el Madrid vencer al equipo culé. Además, la derrota fue inapelable. El Barça fue imponiéndose poco a poco. Primero sufriendo, después igualando el juego y el marcador y, desde el minuto treinta, siendo superior en casi todos los aspectos del juego.

El Madrid sale muy mal parado de este choque, pero tiene partidos por delante para olvidar. Incluso si gana o empata en Sevilla podrá lamerse las heridas desde lo alto de la tabla clasificatoria. Sin embargo, Cristiano Ronaldo tardará mucho más en purgar la derrota. Volvió a fracasar con estrépito en un gran partido, uno de esos en los que todo el mundo fija su atención. Dos ocasiones marradas, una de ellas clarísima; faltas estrelladas contra la barrera; ni una jugada personal digna de mención; escasa influencia en el juego. Da la impresión de que la ansiedad le puede en este tipo de partidos y nunca sabe leerlos. Sus registros goleadores son colosales, sus condiciones futbolísticas son extraordinarias, pero los grandes jugadores lo son porque aparecen en los grandes partidos. Ronaldo aún debe comparecer con asiduidad en este tipo de partidos. Por ahora es decepcionante y, lo peor, alarmantemente recurrente.

El partido se abrió en seguida gracias a un error de Valdés que aprovechó Benzema antes de cumplirse el primer minuto de juego. En esos momentos se presentía un cambio de ciclo. La vida podía ser maravillosa. Pero fue un espejismo. Al poco tiempo Messi obligó a Casillas a realizar una magnífica intervención. El Madrid seguía presionando arriba, aunque sin disponer apenas de ocasiones claras. Faltaba un punto de precisión en las transiciones rápidas, que no llegaban a concretarse. 

El Barça fue igualando el juego hasta materializarlo con el gol del empate. Un gol mil veces visto en los Madrid-Barça de los últimos tiempos: Messi en modo puñal atrayendo jugadores blancos en su avance desde medio campo y filtrando un pase en profundidad a un compañero, en este caso a Alexis. Parece mentira que la defensa blanca no cerrase bien. Pepe, tan atento y rápido siempre a las protestas y tanganas, no estuvo igual de atento al desmarque de Alexis. Los pequeños detalles marcan la diferencia entre un buen jugador y un gran jugador. En el caso de los defensas esos pequeños detalles son décimas de segundo, asociadas íntimamente con la inteligencia. Y, claro, Pepe es uno de esos jugadores lobotomizados de los que no se puede esperar más.

A partir del empate el Barça fue el amo absoluto del partido. El Madrid dispuso de alguna ocasión clara: el citado remate de cabeza a placer del delantero portugués, un remate de Kaká que saca con muchos apuros Valdés y otro de Benzema que está a punto de embocar Higuaín. No obstante, no agobió en ningún momento al Barça, que se benefició de un churrigol de Xavi y de la extraordinaria segunda parte de Iniesta.

El Barça acudió al partido como si a una cafetería se tratase. Pidió su café, echó el azucarillo blanco y espero a que éste se disolviese para tomárselo tranquilamente. Empequeñeció a su archirrival y lo bajó de las altaneras nubes a las que se había encumbrado. La realidad dice que el Barça es todavía bastante mejor que el Madrid. Una triste realidad que debe motivar a todos (jugadores, técnicos, directivos y afición) a rebelarse ante ella y darle la vuelta esta misma temporada. Tiempo hay por delante, aunque la tarea sea de una dificultad extrema. 

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