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lasnochesdeMcNulty

Messi - Real Madrid. 3-2 (Camp Nou, 17 de agosto)

Fue Messi el que noqueó al Madrid, como en el partido de ida. Una lástima, porque el Madrid mereció más en ambos partidos, pero la figura estelar del argentino emergió sobre el excelente planteamiento de los blancos. Autor de tres goles y asistente de los otros dos de su equipo, esta Súpercopa es de Messi. Viéndolo jugar e imponerse partido tras partido en su club, sorprende aún más su currículo de fracasos en la selección. Pero esto es harina de otro costal. En la Súpercopa fue el mejor con varios cuerpos de ventaja sobre el resto, como en la anterior temporada.

El partido empezó como el del domingo pasado, con el Madrid presionando muy arriba, disfrutando de su primera ocasión clara de gol a los treinta segundos con un fuerte disparo de Cristiano Ronaldo, que despejó Valdés, el otro héroe azulgrana del torneo. El Barça no conseguía zafarse de la presión rival y perdía balones en zonas peligrosas. Únicamente la maestría de Messi rompió la asfixiante presión con un pase al hueco que Iniesta aprovechó con su clase y elegancia habituales.

Otra vez el Madrid se veía obligado a remar contracorriente. Como Sísifo, sus esfuerzos eran echados por tierra una y otra vez casi en la cumbre por Messi, que con una de sus genialidades destrozaba el buen trabajo de los madridistas. El gran mérito del Madrid fue no descomponerse y volver a subir a la ladera de la montaña con orden, presión y ambición. Empató Cristiano Ronaldo al poco tiempo en una segunda jugada de un córner mal defendido por el Barça, como casi todos. 

No obstante, el Barcelona entró al trapo y dispuso de buenas ocasiones de Pedro y Messi, que supieron aprovechar los espacios dejados a la espalda de la defensa merengue. El Madrid respondió con un misil del delantero portugués que a duras penas despejaron entre Valdés y el larguero y un remate ajustado de Özil desviado por la manopla del entonado portero culé. Fue una primera parte excelente de ambos equipos: vigorosa, con ocasiones, disputada y limpia. El epílogo fue otra genialidad de Messi que adelantó a su equipo en un barullo en el área que definió con sutileza y clase, para desesperación de Casillas. 

La segunda parte perteneció absolutamente al Madrid, que desactivó el juego de toque del Barça por completo. Más allá del resultado, el Madrid puede sentirse muy satisfecho, ya que desarboló al Barcelona durante gran parte de la eliminatoria y, en líneas generales, fue superior a su rival. Sólo Messi malogró los enormes méritos contraídos por el equipo blanco en este Súpercopa. No hubo noticias del famoso tiqui taca en este doble enfrentamiento.

Tras alguna que otra ocasión, llegó el gol de Benzema en otro córner, también en segunda jugada y tras varios rechaces. Parecía que el partido estaba abocado a la prórroga, por el resultado y por justicia, pero apareció de nuevo Messi para llevarse todos los focos y culminar una jugada iniciada al borde del área por él y culminada con una volea espectacular. 

El partido estaba prácticamente finiquitado. Sin embargo, nos aguardaba lo peor: la expulsión de Marcelo por un entradón sin sentido a Cesc y el posterior tumulto entre los jugadores de ambos equipos, que Mourinho aprovechó para agredir de forma barriobajera al segundo entrenador del Barça.

Lo de Marcelo es reprochable: su última acción y una coz anterior a Messi. También Pepe se empleó con excesiva dureza en alguna acción. No obstante, todo ello habría quedado como un pequeño lunar. Incluso la tangana posterior se habría olvidado, ya que ni unos ni otros estuvieron a la altura. Pero la actitud de Mourinho durante el barullo final y, sobre todo, en la rueda de prensa hará que adquiera una dimensión mayor que eclipse el extraordinario partido jugado. Se equivoca gravemente el entrenador portugués haciéndose el sueco sobre los pecados propios y menospreciando a Tito Vilanova. Lo único que conseguirá es empequeñecer los dos partidazos que jugó su equipo - reconocido por el propio Guardiola - y engrandecer su imagen y, por consiguiente, la de su club de equipo macarra.

Desgraciadamente, ahora el Madrid será sometido a un juicio sumarísimo en el que se criticará por igual a justos y pecadores, orillando el hecho de haber conseguido dominar al todopoderoso Barça durante muchas fases de este y el anterior encuentro. Es lo que ofrece Mourinho: en lo deportivo, un fútbol extraordinario; en lo extradeportivo, macarrismo barato. 

Por cierto, gracias a Dios ha vuelto el fútbol. Estos tres meses han sido una travesía del desierto trufada de partidos de pretemporada de pandereta y de una Copa América de un nivel paupérrimo. El Madrid y el Barça han vuelto ¡y cómo han vuelto! Dispuestos a dominar el fútbol europeo esta temporada. ¡Por fin! Y qué inoportuna la huelga de marras. Con esta erección y sin primera jornada de Liga. 

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