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lasnochesdeMcNulty

Harvey, el depilador de las estrellas

Harvey Finocchio nació en Chicago en 1965. A los 18 años se marchó a California a estudiar. Pronto abandonó sus estudios universitarios para trabajar como ayudante de peluquería en un salón de belleza para gays en El Castro de San Francisco.

Quiso ser bailarín, cantante y actor sin éxito alguno. Frecuentó todos los ambientes gays de la costa oeste y sobrevivió a la epidemia de SIDA de los ochenta.

Desde 1999 regenta un salón de belleza en Los Ángeles, donde muchas “celebrities” acuden a hacerse diversos tratamientos y, sobre todo, a depilarse. Harvey es el gurú de la depilación en Hollywood. Ha inventado técnicas nuevas y ha revolucionado el mundo de la depilación, erigiéndose en un vanguardista dentro del negocio.

Él mismo atiende a sus clientes VIP. Sus manos han visto y han depilado los pubis, los anos y los escrotos de Madonna, John Travolta, Ben Affleck, Megan Fox, Jennifer López y también los de Tony Curtis y Kathy Bates entre otros muchos.

Las malas lenguas hablan de la existencia de un book con todas sus obras fotografiadas. Incluso se rumorea que chantajea a alguno de ellos con ese material, a los más pudorosos.

Su meticulosidad es tal que trabaja con una especie de prismáticos con luz que iluminan y aumentan la zona a depilar para dejarla limpia y perfecta.  Tras cada retoque muestra el resultado al cliente a través de un espejo para que no quede la más mínima duda de su trabajo.

Los clientes agradecen su excelencia depilando tanto como su don innato para el cotilleo y los contactos. Todo lo sabe y a todos conoce. Dicen que algunos grandes papeles han sido conseguidos en la camilla depilatoria de Harvey. Incluso corre la leyenda que más de un Oscar se ha conseguido gracias a su ayuda.

Él se depila a sí mismo regularmente. No soporta tener ni solo un pelo en el cuerpo. Las zonas de difícil acceso las salva con extraños artilugios creados por él mismo que le permiten llegar con precisión y rapidez.

Sus pubis moldeados son considerados auténticas obras de arte. El escroto recién depilado por Harvey es de una suavidad sin parangón y el ano despejado por sus expertas manos es de una limpieza y pureza sólo comparable a las de un bebé.

Su colección de pelos es la más extensa del mundo. Guarda al menos una muestra de cada cliente y zona depilada desde la apertura del  local. Recientemente ha tardado más de dos años en digitalizar todo su archivo piloso.

Algunos le consideran un mago, otros simplemente un tarado oportunista y pervertido. A Harvey poco le importa. Ha conseguido triunfar en Hollywood, que era su sueño, y le da igual cómo.

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